13 años del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños, la primera institución académica afro en Venezuela

13 años de la fundación del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños

“Hay que verlo como un constructo de 13 años del Estado-Nación” 

Texto y Fotos: Orlando Ugueto

El 13 es un número mágico y misterioso. En la cultura mítico religiosa occidental y en particular Venezuela, para algunos es considerado negativo y hasta es comúnmente satanizado como “pavoso” y de mal agüero, producto de la mayoritaria influencia judeocristiana heredada del sincretismo y colonialismo religioso español.

Para lo que nos atañe, como es la entrevista al profesor Reinaldo Bolívar, y una reseña sobre el XIII Aniversario del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños (CSAAC), el 13 no ha sido un número negativo, sino todo lo contrario, es benefactor y propiciador de buenas vibras, como bien lo reza el lema del orisha Eleguá, padre de la prosperidad y dueño de los caminos y el destino. Para los Mayas, los 13 recorridos de la luna alrededor de nuestro planeta, representan el equilibrio de la vida.

Por todo ello, el 13 significa para Reinaldo Bolívar, director-fundador del CSAAC, el número mágico para reimpulsar la institución y cosechar más logros y éxitos en aras de seguir avanzando, consolidando y promoviendo conocimientos sobre la historia y la cultura africana en Venezuela.

Los rostros de héroes por la emancipación de la Madre África, como Kwame Nkrugmah, Nelson Mandela, Thomas Sankara, Samuel Nujoma, Che Guevara y Patricio Lumumba, y de varias deidades africanas que adornan el reconocido instituto; nos iluminan el camino y parecen seguirnos con miradas escrutadoras, mientras nos dirigimos hacia la oficina de nuestro entrevistado.

En su despacho se exponen fotografías, libros, cuadros, mapas, tallas y figuras de diversas culturas, especialmente africanas, afrovenezolanas y caribeñas.

Las imágenes de Simón Bolívar y Hugo Chávez, así como la tinaja donde trajeran las reliquias de la “Negra Matea”, parecieran estar allí con la misión espiritual de protegerlo y guiarlo por los mejores caminos de su loable y exitosa gestión.

El profesor Reinaldo Bolívar, nacido en la población de San José de Tiznados, en el estado Guárico, pertenece a la rama de los Bolívar que están emparentados con Matea Bolívar, la nana del Libertador.

El docente y diplomático contribuyó a que los restos y reliquias de la “Negra Matea”, la primera maestra del niño Simón, hoy reposen dignamente en el Panteón Nacional para orgullo de las afrovenezolanas y los afrovenezolanos.

Bolívar es egresado de la Escuela de Estudios internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), y precisamente este año cumple 3 décadas «venciendo la sombra», dedicadas a la enseñanza universitaria. Fue el primer Viceministro de Venezuela para África, desde 2005 a 2017.

Con su amabilidad característica, nuestro personaje nos recibe -acompañado por la profesora Yatzuri Arasme- con unas sabrosas catalinas de papelón y un amargo café tinto, “tipo arábigo”, esa exquisita y estimulante bebida nuestra, oriunda de Etiopía, en cuyas tierras -se dice- se originó la vida humana.

Fundación del Centro de Saberes

Nos expresa Reinaldo Bolívar que el CSAAC, cuyo nombre oficial es Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora, se fundó el 27 de enero de 2011, en acto público en la sede de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada (UNEFA), en Chuao, Caracas, con la presencia de las y los coordinadores de la Cátedra Libre África; de las autoridades de las universidades Bolivariana de Venezuela (UBV) y Simón Rodríguez (USR); del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, del MPPEU y del cuerpo diplomático acreditado en Venezuela, entre otras instituciones.

-Se creó como una institución privada sin fines de lucro y no está adscrita a ningún ente del Estado. Si bien el Estado colabora con nosotros a través de personal en comisión de servicio y donaciones, el Centro tiene personalidad propia y toda opinión que emita no compromete al Estado venezolano.

-El Centro es único en su clase -continúa Bolívar-, pues estudia y enseña sobre la rica e inmensa diversidad de África y su diáspora; ofrece una importante colección de obras de arte de carácter internacional; mantiene a nivel nacional una constante, estrecha y activa relación cultural con nuestras comunidades; y tiene una página web completa y dinámica saberesafricanos.net, que recibe más de 80 mil visitas mensuales a nivel mundial. ¡Son cualidades reconocidas por instituciones y autoridades de otros países hermanos, americanos y africanos, así como de otras regiones del mundo!

-Nuestra institución, que cumple 13 años, es un Instituto Universitario de Posgrados, certificado por el Consejo Nacional de Universidades (CNU) y el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria (MPPEU), el 9 de diciembre de 2020, según la Gaceta Oficial número 4.025.

“Fue un lanzamiento por todo lo alto, dando cumplimiento a un mandato de la II Cumbre de Presidentes de América del Sur – África (ASA), efectuada en Margarita en 2009, que pedía que los africanos estudiaran a Suramérica y Suramérica estudiara a los africanos. Nuestro Centro fue, hasta ese momento, el primero en su tipo, que asumía ese carácter internacional, tanto para África como para nuestra América”, afirma.

“Esta cualidad, así como el crecimiento del CSAAC, es de alto valor y proyección para la educación venezolana e internacional, que deberían comprenderlo nuestras autoridades, especialmente del Ministerio de Educación Universitaria y verlo como un constructo de 13 años del Estado-Nación, más allá de relacionarlo de manera personal o particular”, enfatiza Reinaldo Bolívar.

Señala que están a la espera de la aprobación por parte del MPPEU de las maestrías, cuyos trámites están bastante avanzados, en particular la Maestría de Estudios Africanos.

En lo educativo, el CSAAC ha sido pionero, a través de los diplomados, en el desarrollo de líneas de investigación, vistas desde las perspectivas de Nuestra América-Venezuela y desde África.

En el primer Diplomado en Saberes Africanos, que ya lleva 11 cohortes, se imparten temas de cultura, geografía e historia de África y sus relaciones con la diáspora en el Caribe.

Bolívar señala que, desde esas premisas, abrieron el Diplomado sobre Caribe Insular, un “abecé” que permite conocer la historia, cultura y economía, así como los grandes héroes de esa región y su relación con Venezuela.

“Creamos el Diplomado en Grandes Religiones Politeístas y Espiritualidades, que aborda el hecho religioso y espiritual desde una perspectiva científica, social y humanística, sin fanatismo. Ello facilita, a quienes profesan esas religiones, estudiar sus creencias con más amplitud, lo que permite el surgimiento de algo muy importante, como es el ecumenismo religioso”, explica el Rector.

Asimismo, se dictan el Diplomado en Luchas Antiimperialistas en Nuestra América, que aborda las luchas contemporáneas a partir del año 1900, y el Diplomado de Altos Estudios sobre Egipto.

En seis congresos realizados, se han abordado, además, temas sobre el Caribe, las reparaciones y la descolonización, con la asistencia de grandes líderes y lideresas del movimiento afronacional e internacional. Mantiene acuerdos y hermanamientos con países y universidades africanas y caribeñas, mediante intercambios de conocimientos, visitas y diplomados.

Educación Alternativa

Más allá de ser un centro de estudios de posgrado, la institución incorpora en su malla curricular la educación informal o alternativa, refiere el profesor Reinaldo.

Precisa que en la institución se han dictado talleres sobre medicina, basados en plantas africanas, por ejemplo, que fueron dictados en su oportunidad por la hoy desaparecida Ida Clemente, también fundadora del Centro; por Luisa Pérez Madriz, fundadora de La Muchachera de Curiepe, y por otros y otras grandes africanistas, como Jesús “Chucho” García y Marcial Ramón Guedez, conocedores de la temática religiosa-espiritual.

Bajo esas premisas surgió la creación de la Cátedra Libre África, que hoy funciona en muchas universidades e instituciones de educación media y básica en casi todo el país, constituyéndose en un referente importante para la formación de la afrovenezolanidad.

Colecciones y reconocimientos

El Centro posee una amplia colección de rostros de revolucionarios y héroes africanos, que comprende las y los 19 padres y madres fundadores de los países africanos, hecha por Jorge Cruz en 2005; el “Olimpo de la Afrodescendencia Venezolana”, una excelente colección de rostros de las heroínas y héroes de la africanidad venezolana, montada por Beatriz Aifill; y la colección “Rostros del Caribe Insular.

Se han homenajeado a grandes personajes africanos, entre ellos a Nasser, Mandela, Lumumba, Sankara, Neto y Cabral, así como a notables personajes venezolanos contemporáneos, como Aristóbulo Istúriz, el sucrense Juan de Dios Díaz, a Luisa Pérez Madriz, Ida Clemente y María León, entre muchos otros.

-¿Cuál es la historia del Centro de Saberes? -indagamos.

El Centro ha funcionado en varios locales o sedes: Torre Lara, en el antiguo despacho de la Alcaldía Mayor, y en la sede rectoral en Chacaito, lo que es hoy el Ministerio de las Comunas. En 2016, para la adecuación del instituto, se mudaron a la actual sede, ubicada en el edificio Las Gradillas, diagonal a la Plaza Bolívar y al frente del Museo Sacro de Caracas.

“Gracias a la colaboración de Rosa Virginia Chávez y a los auspicios y aportes del Banco Central de Venezuela (BCV), con Nelson Merentes y José “Chino” Khan a la cabeza; del Fondo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Fonacit), dirigido por Guillermo Barreto; al igual que de algunos embajadores -de manera particular- de Venezuela en África, que son fundadores del Centro; logramos remodelar y acondicionar nuestra hoy actual y confortable sede”.

Recibimos también mucha colaboración de parte del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” y de la Universidad “Argelia Laya” de Barlovento.

Profesores

Entre los profesores del Centro de Saberes, se destacan el propio Reinaldo Bolívar, Gustavo Abreu, Beatriz Aiffil, Oscar Cabello, Maiger Urbina, Gerónimo Sánchez, Argenis Delgado, Oscar Godoy, Moisés Hernández, Marcel Roo, Edgardo Ramírez, Roberto Torres, Eleazar Mujica e Iris Zambrano.

Igualmente, Soraya Yaracuna, Francisco González, Franklin Perozo, Dionys Rivas, Meyby Ugueto, Iris Zambrano, Grecia Melero, Blanca Escalona, Albis Mayora, Gladys Quiroga, Roberto Rahamut, José Antonio Matos, Alexander Fazio, Pablo Urquiaga y Suheil Al Assad.

Asimismo, están otros docentes que han impartido clases en el transcurso de estos 13 años, tales como Jesús Sanoja Hernández, Iraida Vargas, Alí Rojas, Basem Tajeldine, Belén Orsini, Antonio Ejido, Isabel Frangie, Guido Zuleta, Andrés Bansart, Solciré Pérez, Noel Márquez y Benjamín Martínez.

 Fuente: Reportaje realizado por el periodista Orlando Ugueto, Premio Nacional de Periodismo. 
Publicado por AiSUR. Premio Nacional de Periodismo Necesario Anibal Nazoa 2020

Un viaje al corazón de la infamia: Goree la isla de los esclavos

Por aquí transitó buena parte de los veinte millones de seres humanos a lo largo de casi cuatro siglos rumbo a una vida de miseria y servidumbre indigna. La primera Casa de Esclavos la construyeron los portugueses a mediados del siglo XVI y la última se levantó a finales del XVIII por iniciativa de ‘empresarios’ holandeses. En su época de máximo apogeo, en esta pequeña roca a poco más de quince minutos de navegación del puerto de Dakar funcionaban a pleno rendimiento hasta 29 casas de esclavos. Llegaban hasta aquí desde los más diversos puntos de África Occidental. Veinte millones de almas que nutrieron el negocio repugnante que nutrió las primeras ruedas de la acumulación de capital del Viejo Mundo. Tres siglos antes de que el vapor lo cambiara todo, África empezaba a ser sistemáticamente saqueada para formar algunas de las primeras grandes fortunas de Europa. Nunca se concentró tanta infamia en tan poco espacio (apenas 17 hectáreas).

Hoy Goree es un lugar pintoresco de bonitas casas coloniales pintadas de colores chillones, con amplias balconadas e impresionantes plantas bajas porticadas. Casas lindas que esconden bajo los muros pastel, las tejas y la madera su historia de infamia. En la planta alta vivía el dueño de la casa; y en la planta baja, en cuatros de poco más de dos metros cuadrados, se hacinaba la carga humana, hasta veinte personas por habitación. Antes se los separaba por sexo y peso. Los hombres que pesaban en torno a los 60 kilos estaban listos para la venta y embarque; los que llegaban exhaustos y medio muertos de hambre se sometían a una brutal dieta de engorde. Como el ganado. Arriba se cerraban los tratos y se pactaban los precios; abajo hombres, mujeres y niños esperaban su suerte con la resignación que imponían las cadenas, los grilletes y las pesadas bolas de hierro que impedían cualquier tentativa de huida. Cada casa se conectaba directamente con el mar a través de pasillos estrechos y oscuros que impedían a los esclavos moverse con comodidad. Al fondo se ve el agua azul y la claridad del sol. Eran las llamadas puertas sin retorno.

Morían a millares. De enfermedad; de terror; a puros golpes. Se les miraban los dientes para ver si estaban sanos. Las mujeres valían más dinero que los hombres y los niños recibían nombres diferentes en función del estado de su dentadura: como simples cachorros de bestias de carga. Los ecos de aquellas víctimas del comercio hediondo de la esclavitud se apagaron hace ya más siglo y medio. Francia abolió la repugnante institución de la esclavitud en 1848 aunque el tráfico de seres humanos siguió siendo un lucrativo negocio hasta finales del siglo –alentada por latifundistas de Estados Unidos, Brasil o Cuba, por ejemplo-. La última de estas casas de esclavos se construyó en 1776 y hoy es un museo sobre ese pasado sombrío que los gritos de la chiquillería que juega en las calles sin coches de la isla. Hoy la Casa de los Esclavos (La Maison des Esclaves) es un pequeño museo que recuerda aquellos tiempos terribles; un lugar que oprime en el que pueden verse antiguas cadenas, las celdas en las que se clasificaban y engordaban hasta a 200 personas de manera simultánea y esa puerta sin retorno que mira a un mar hoy hermoso, pero terrible para las víctimas del comercio esclavista que, por tandas, manejaron los portugueses, ingleses, holandeses y franceses.

El Fuerte d’Estrées es lo primero que se ve desde el mar cuando uno se acerca a la isla. Esta batería cañonera fue construida por los franceses a mediados del siglo XIX para proteger la entrada al puerto de Dakar. La antigua batería se ha habilitado como museo dedicado a la memoria africana y justo a la puerta la Plaza de Europa celebra, no sin polémica, las ayudas de la UE para la restauración de los valores históricos de la isla –muchos senegaleses no entienden como la Europa que saqueó África y esclavizó a sus gentes-. Hoy, Goree es algo así como un resquicio de lo que fue Dakar hasta hace bien poco. Un lugar tranquilo de casitas coloniales, enormes baobas y buganvillas exuberantes (un paraíso para los viajeros fotógrafos). Pasear por sus cuatro o cinco calles es una delicia que te descubre rincones preciosos. Hay una iglesia, una mezquita y hasta una pequeña playa de arenas claras en la que los vistosos cayucos senegaleses (barcas de pesca pintadas de colores chillones) descansan con la proa mirando al mar.

El Paseo de los Baobabs parte desde el Mercado de Artesanía y sube, en apenas doscientos metros, el escalón de piedra que separa la ‘ciudad’ del ‘Castel’ de Saint Michel. La fortificación fue construida por los holandeses en el siglo XVII poco después de comprarle la isla a los portugueses (le duró poco ya que fue tomada por los franceses algunas décadas después). De la antigua batería queda muy poco más allá de los muros semienterrados en los que todavía se intuye esa planta de punta de diamante propia de las fortalezas de aquellos tiempos. Los franceses plantaron encima cañones gigantescos en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. Las vistas sobre el mar, la propia isla y la vecina Dakar son increíbles.

Goree después de los turistas

En Goree no hay coches. No tendría sentido. En sus calles de arena y bajo los baobabs sólo se oyen las voces de propios y extraños y, cuando se va el último barco, los gritos de los niños (esa música vital de las ciudades africanas). Lo más normal es llegar a la isla y volver a Dakar en el mismo día, pero si puedes pasar una noche aquí es algo más que recomendable. Algunas de las antiguas casas de esclavos se han ido reconvirtiendo en alojamientos (desde 60 euros la habitación doble) y restaurantes y las puestas de sol desde las baterías del ‘Castel’ no tienen precio. Los barcos conectan la isla con el puerto de la capital hasta bien entrada la noche (el último servicio es a las 23.00 los días entre semana, a la media noche los viernes y a la 1.15 los sábados), pero la mayoría de los turistas se van antes de las seis o siete de la tarde.

Fuente: https://www.eldiario.es/canariasahora/viajarahora/destino_africa/que-ver-en-isla-goree-de-los-esclavos-senegal-dakar-como-llegar-barcos-horarios-precios-museo-playa-donde-comer-hotel-africa-vuelos-ofertas_1_2050791.html

Fotos bajo Licencia CC: fraggedrealitynextdroptjabeljanVnGrijl

Día Mundial de África

Se celebra cada 25 de mayo

Origen del Día de África

El origen de esta celebración tiene sus bases desde que se realizó por primera vez el Congreso de los Estados Africanos en el año 1958. Allí se congregaron representantes de varios países. En esa cita se mostró la firme determinación de estos pueblos por liberarse de la colonización extranjera.

En esta Conferencia se propuso la celebración de un Día de la Libertad Africana y, a partir de ese momento, se continuaron efectuando los encuentros entre los distintos jefes de estado del Continente Africano, donde nace la llamada Organización para la Unidad Africana el 25 de mayo de 1963 y que posteriormente se cambiaría a Día Mundial de África.

En las últimas décadas, el continente africano ha sido merecedor de grandes avances, sobre todo, en el sector económico. De acuerdo a las últimas cifras, se ha podido comprobar que se ha producido un desarrollo significativo, que ha permitido, que las mujeres tengan un papel participativo en la economía, que le ha abierto las puertas y estar incluidas en el ámbito y desarrollo empresarial.

Otro logro significativo para los países de este continente, ha tenido que ver con la descolonización. Esto ha sido en gran parte, gracias a la Organización de Naciones Unidas, la cual ha sumado esfuerzos para que esto se transformara en una realidad. Hoy se puede decir, que África ha logrado su independencia del colonialismo.

Por otro lado, el rol de la mujer, se ha reivindicado en un gran número de países africanos. Con el paso de los años han comenzado a ocupar cargos importantes en la política, la economía, la cultura y la ciencia, lo que ha significado una mayor igualdad de género.

Películas para conocer un poco más de África

Grandes producciones cinematográficas han utilizado los espectaculares escenarios y países de África y de esta manera dar a conocer la belleza, cultura, tradiciones costumbres, pero también las tragedias y guerras de este inhóspito y misterioso lugar del mundo. A continuación te dejamos una breve descripción de las más emblemáticas:

Memorias de África (1985)

Un film de gran éxito taquillero. En ella se relata la historia del libro «Memorias de África», escrito por Karen Blixen. Una escritora que pasa cuatro años de su vida en Kenia, donde encuentra el amor.

Diamantes de Sangre (2006)

En la película, se plasman los conflictos territoriales en la región de Sierra Leona durante 1991, la esclavitud campesina, el drama de la niñez producto de las guerras y que cobró la vida de millones de africanos.

Invictus (2009)

Un film imprescindible, donde se cuenta un acontecimiento ocurrido en Sudáfrica y del cual se escribió un libro titulado «El Factor Humano». Trata hechos reales que se llevaron a cabo en el año 1995 durante la Copa Mundial de Rugby y que tuvo como principal protagonista al presidente Nelson Mandela, quien aprovechó la ocasión para eliminar los problemas raciales utilizando para tal fin, el deporte.

¿Cómo celebrar el Día Mundial de África?

Todos los años, diferentes países del continente africano y de la diáspora realizan eventos y actividades para celebrar el Día Mundial de África.

Te invitamos a que formes parte de esta celebración, aprendiendo más de la cultura africana, y compartiendo algún video o imagen de África en redes sociales o simplemente dando tu opinión sobre este interesante tema agregando la etiqueta #DíamundialdeÁfrica.

Fuente: https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-de-africa

¡Vuélvete a África!

Imagen de https://sp.depositphotos.com/
Imagen de https://sp.depositphotos.com/

Este es un comentario habitual en las redes sociales, “vuélvete a África”. Creo que cualquier persona negra que se atreva a hablar en contra de la del racismo ha escuchado este comentario alguna vez. Una noticia para los racistas, volver a casa, jamás es un insulto para mí.

África no está exenta de problemas. En mi país, España, las televisiones nos machacan con esos problemas una y otra vez. Si eres como yo y creciste en los años 90, recordarás que siempre había anuncios en la televisión de una persona blanca suplicando dinero para alimentar a niños desnutridos en África. Nunca faltaron imágenes de África saqueada, en guerra y personas sufriendo. Y de hecho, hay muchos países en África que están pasándolo mal.

Vamos a imaginar que tú estás en tu tierra. Tienes todo lo necesario para vivir y no necesitas nada más. Entonces llegan unos extraños y te roban, reclaman la tierra como conquistada o descubierta, empiezan a vivir en ella, explotan tus recursos, matan a los hombres, violan a las mujeres, esclavizan a su gente, los llevan en barcos a tierras extranjeras, toman todas las materias primas que pueden de esa tierra y luego te dicen que te dejan a tu suerte, diezmado y colonizado. Te endeudas con ellos para reconstruir tu hogar y tus infraestructuras. Con este panorama, es posible que tengas algunos problemas.

Conocemos esa historia, la historia negativa de África, la de las guerras, los dictadores y hambrunas. La historia que no vemos, es la de África como madre de la humanidad, potencia cultural y generadora de ideas.

Nunca he estado en África. Soy hija de la diáspora. Mis antepasados fueron llevados a la fuerza a América, a tierras colombianas. Después mi familia emigró a España. Yo nací aquí y de aquí me siento. Sin embargo hay una parte de mí que está en esa África que nunca he conocido, porque todos lo afrodescendientes nos sabemos parte de ese continente. Hoy más que nunca ser africano es un estado mental, un sentimiento, independientemente de si vives en Madrid, París, Dakar o Bogotá.

Querido racista, cuando me gritas ¡vuélvete a África!, no me insultas. A mí y otros muchos nos encantaría volver allí. Es normal añorar el hogar.

De todas maneras si que me gustaría ir a África, así que queridos racistas, si queréis contribuir a la compra del billete de avión, estaría encantada. Regresaría a mi casa.


Fuente: afrofeminas.com

Autora: Elvira Swartch Lorenzo

Los genetistas revelan la verdad: los antiguos africanos podrían tener la piel clara

Los genetistas identificaron un gen encargado de controlar el color de la piel humana e investigaron su evolución por primera vez. Descubrieron que su estructura cambió de manera considerable antes de que los antecesores de los habitantes actuales abandonaran África. Los resultados de la investigación aparecen en la revista Science.

«Lo más interesante es que los genes relacionados con la piel clara tienen una estructura similar en el caso de los bosquimanos y en el caso de los antiguos (hombre de Neandertal y hombre de Denísova). Esto demuestra que la piel clara podría haber aparecido antes de la separación entre los antecesores del hombre moderno y sus ‘primos'»,  comentó Carles Lalueza-Fox del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.

Según opinan los científicos, todos los hombres se parecían a los africanos modernos antes de abandonar ‘la cuna de la humanidad’, África del sur o del oriente, lo que sucedió hace 200-300.000 años. Al penetrar a las regiones norteñas de Europa y Asia la gente tuvo que adaptarse a condiciones drásticamente diferentes.

Los científicos opinan que esta adaptación llevó muy poco tiempo, y con tan solo unas pocas generaciones, los futuros europeos y asiáticos adquirieron genes relacionados con la piel clara, una fuerte inmunidad, resistencia ante la deficiencia del calor y otras cualidades necesarias para sobrevivir en las duras condiciones del norte. Algunos de los genes podrían ser una herencia de los hombres de Neandertal con los cuales interactuaron los hombres de Cromañón hace 50-100.000 años.

Sara Tiskoff de la Universidad de Pensilvania (Filadelfia) y sus colegas descubrieron que el color de la piel humana empezó a cambiar mucho antes de lo que suponían los científicos, al descubrir los genes encargados de controlar el color de la piel y comparar su estructura en el ADN de la población africana.

Según anota el genetista, en contra de la opinión común, los habitantes del ‘continente negro’ pueden tener la piel de diferentes colores. Por ejemplo, los sudaneses suele tener la piel negra como el hollín, mientras que la población indígena de Sudáfrica — bosquimanos y joisán — son fáciles de confundir con los habitantes morenos de la India u otros pueblos de Asia meridional.

Esta variedad resultó ser causada por las diferencias en seis genes: SLC24A5, MFSD12, DDB1, TMEM138, OCA2 y HERC2, cuya mutación determina el color de la piel. La evidencia genética indica que la variante de pigmentación ligera en SLC24A5 se introdujo en África Oriental por el flujo de genes de no africanos. En todos los demás lugares, las variantes asociadas con la pigmentación oscura en los africanos son idénticas por descendencia en las poblaciones del sur de Asia y de Australia-Melanesia.

Resulta aún más interesante que el color de piel de los antecesores del hombre comenzó a cambiar hace más de un millón de años.

El análisis de los datos mostró que los genes de piel clara eran los primeros en aparecer y más tarde se sustituyeron por los genes de piel morena y negra. Según los científicos esto podía ser provocado por un nivel relativamente bajo de rayos ultravioletas en la región meridional de África. 

Fuente: Sputnik

Francia devolverá piezas de arte a África

El presidente francés Emmanuel Macron dijo que su país devolverá 26 obras de arte africanas, que incluyen tronos reales, altares ceremoniales y estatuas veneradas, a Benín este mes como parte de los planes de Francia prometidos hace tiempo de devolver arte saqueado de África durante la época colonial.

Por años se había negociado la devolución de las piezas originales del siglo XIX del reino Dahomey. Conocidas como el Tesoro de Abomey, actualmente se encuentran en el Museo Quai Branly en París. El museo, ubicado cerca de la Torre Eiffel, tiene miles de obras de antiguas colonias francesas.

Macron dijo que las 26 piezas serán devueltas a finales de octubre, «porque restituir estas obras a África es darle a los jóvenes africanos acceso a su cultura». Todavía no está claro exactamente cuándo llegarán a Benín.

«Necesitamos ser honestos con nosotros mismos. Hubo saqueo colonial, es absolutamente cierto», dijo Macron a un grupo de figuras culturales africanas en una reunión en la ciudad de Montpellier, al sur de Francia. El presidente señaló que otras obras han sido devueltas a Senegal y Benín, y también se planea restituir arte a Costa de Marfil.

La curadora Koyo Kouoh, nacida en Camerún, presionó a Macron para que se hagan más esfuerzos para corregir errores del pasado. «Nuestra imaginación fue violada», dijo.

«África ha estado casada con Francia en un matrimonio forzado por al menos 500 años», agregó Kouoh. «El trabajo (para arreglar las relaciones) que se debió hacer por décadas no se hizo… no es posible que estemos aquí en 2021».

Un extenso reporte de 2018, encargado por Macron, recomendó que los museos franceses devolvieran piezas que fueron tomadas sin consentimiento y estimó que hasta 90% del arte africano se encuentra fuera del continente. Otros países europeos están haciendo esfuerzos similares.

Tres años después pocas obras han sido devueltas. Para facilitar la repatriación del Tesoro de Abomey, el parlamento francés aprobó una ley en diciembre de 2020 que permitía al estado entregar las obras y le daba un año para hacerlo.

La reunión África-Francia fue honesta y acalorada por momentos. Macron, quien trata de crear una nueva estrategia francesa para África, se reunió con cientos de empresarios africanos, líderes culturales y jóvenes.

Oradores de Nigeria, Chad, Guinea y otros países tenían una larga lista de demandas para Francia: reparación de crímenes coloniales, el retiro de las tropas francesas, una inversión que evite a gobiernos corruptos y una pronunciación más severa contra las dictaduras africanas.

Macron defendió la presencia militar francesa en Mali y otros países en la región del Sahel como necesaria para controlar a los terroristas y se negó a disculparse por el pasado.

Pero reconoció que Francia tiene una «responsabilidad y deber» con África por su papel en el tráfico de esclavos y otros errores coloniales. Señaló que más de 7 millones de franceses tienen algún vínculo familiar con África y dijo que Francia no puede construir su futuro a menos que «asuma su africanidad».

Fuente: https://pulsoslp.com.mx/

Aportes de África en las ciencias de la salud: la Danza como herramienta sanadora del cuerpo y del espíritu

Introducción

Los humanos por naturaleza son seres colectivos, gregarios, ningún ser humano es totalmente autosuficiente como para proveerse de todo lo que necesita para vivir solo, de hecho ningún ser humano sobrevive solo, el ser humano es, en cuanto a la existencia de los otros seres humanos y del ambiente donde se forma, pero para ser en lo individual y ser en lo colectivo, surgió la necesidad de la comunicación para poder expresar pensamientos e ideas, sentimientos, conocerse entre individuos y articular esfuerzos y haceres en base a la producción y así poder darse sus propias condiciones materiales para vivir y reproducirse.

La existencia previa de un  ambiente, que definirá la aparición de una comunicación primaria junto a la capacidad de producir (en diferentes niveles, no de forma lineal), serán los elementos que darán origen a las primeras sociedades y culturas del mundo. Lo que somos como individuos, como sociedades y culturas, son expresión al mismo tiempo, de comunicación y trabajo.

Realizada en las líneas anteriores esta pequeña introducción sobre el origen de la comunicación, necesaria para poder entender lo que vamos a tratar en este escrito, ahora si a materia, nos enfocaremos en la danza, en el movimiento corpóreo como forma de comunicación, en el surgimiento de la danza como arte y su evolución en las primeras culturas de la humanidad y la importancia que tiene hoy la danza en la salud, como aporte de África,  no solo en lo cultural sino en las ciencias de la salud.

Surgimiento y evolución de la Danza

La necesidad de comunicación entre los seres humanos, apareció prácticamente con la existencia misma de estos en África, cuna de la humanidad. La comunicación siempre ha estado presente en las diferentes especies del reino animal, la humanidad en sus inicios no estuvo ajena a esta realidad.

En la comunicación humana funcionan como receptores de mensajes y símbolos, los 5 sentidos; los sentidos del gusto, el tacto, el olfato, los sentidos de audición y vista, estos dos últimos son por excelencia los grandes receptores. Los mensajes, símbolos y emociones se trasmiten a través de la voz y del cuerpo, si bien la capacidad de emitir sonidos, voz y lengua articulada y constituida, es decir la capacidad de hablar es fundamental, no deja de ser importante el cuerpo, ya que con su gestualidad y movimiento, este permite transmitir información sobre determinadas situaciones, completa los mensajes hablados, pues ayudan a saber lo que no se dice en el habla, deja saber sentimientos y emociones, estados de ánimo, que facilita la articulación de visiones de la realidad, sin estas expresiones del cuerpo el mensaje a transmitir será incompleto, situación como esta, provoca que los demás sentidos se agudicen para poder percibir más la realidad, caso de una persona con una condición especial de capacidad auditiva o visual.

Al principio el movimiento y gestualidad del cuerpo junto a la respiración eran utilizados mayoritariamente para comunicar, en la medida que las diferentes civilizaciones y culturas de África se fueron desarrollando en su vida, en la producción y reproducción de la vida, el movimiento corporal fue avanzando, ya no solo servía para comunicar y articular acciones y esfuerzos en base a la vida y  al trabajo, sino que por medio de este, se empezó a contar historias de la cotidianidad y del hacer humano, así se dio paso a la Danza como una de las primeras manifestaciones artísticas culturales de la humanidad.

La danza consistía en expresar emociones, sentimientos e ideas por medio del movimiento y la gestualidad corporal al ritmo de la música, sonidos y silencios producidos por los latidos del corazón, la respiración, los tambores y los cantos. La danza también constituye uno de los elementos que dará inicio a la dramatización.

Es complejo ubicar una fecha exacta del surgimiento de la danza, se sabe que es una manifestación artística muy antigua, esta aparece expresada en pinturas rupestres, tapices y en esculturas de las civilizaciones antiguas del continente africano.

En dichas civilizaciones africanas, la danza obtuvo preponderancia como ritual de religación social, identitaria y espiritual, pues por medio de esta, se marcaban momentos de trascendencia en la vida de cada individuo y de la comunidad. Por lo general, para danzar los cuerpos eran adornados y se usaban mascaras según la ocasión, la danza propiciaba una conexión, un estado de trance, una contacto con los poderes naturales, con el mundo espiritual y de los ancestros; algunos ritos de danza eran de carácter comunitario, como los que tenían que ver con la caza, la guerra, la fertilidad, la salud o la cosecha; otros eran de carácter colectivo familiar, como los rituales de nacimientos, de bodas y funerarios; otros ritos de danza de iniciación de los y las jóvenes, pasar de la infancia a la madurez, convertirse en mujeres y hombres productivos y en edad de casarse. 

Como se viene planteando en este escrito, la danza africana es un elemento colectivo que expresa la vida de la comunidad, predominantemente de conexión con la tierra, su música está concebida como poliritmos de base Bantú (madre de las lenguas de África) que en articulación con los movimientos del cuerpo  promueve la participación no solo de quien ejecuta la danza sino de todo aquel o aquella que está presente como espectador.

La danza como rito espiritual y social fue y es un factor de socialización en las civilizaciones africanas que se expandieron por el mundo no solo con el colonialismo sino mucho antes de que este se impusiera.

 La danza que es manifestación de sentimientos, de emociones y sensaciones, tiene dos vertientes, una plantea el mantenimiento de tradiciones y ritos como arte y cultura propia de los pueblos, la otra vertiente, se conceptualiza como arte creativo en permanente movimiento.

Nombre de la Danza Motivo Pueblo e Idioma/ País de Origen

Assiko                          pareja                    Douala/ Camerum

Adowa                   Pareja/ agradecimiento            Ghana

Akogo                          Cortejo                           Uganda

Bakisiimba               Celebración                   Uganda

Mapouka           Ceremonial              Costa de Marfil

Sunu         Casamiento        Mandinka/ Guinea – Mali

Sabar             Celebración               Wolof/Senegal

Ndombolo       Cortejo                        Congo (RDC)

La Danza Africana como herramienta de Sanación

La Danza africana desde tiempos muy antiguos, antes de Cristo, como ritual espiritual permitía a través del trance la conexión con la tierra y la naturaleza, esta era utilizada como método de sanación del cuerpo y del espíritu y para dar fuerza moral en la lucha con otros pueblos. 

 Con el colonialismo que se desarrolló en América y en África, los africanos sufrieron grandes vejámenes, fueron masacrados, esclavizados, secuestrados, despojados de sus cuerpos, cultura y territorios, fueron despojados de su identidad y de su derecho a hacer, a vivir, por tanto, fueron despojados de su ser espiritual y colectivo, frente a esta desgracia, a esta tragedia de la humanidad, la música, la danza y las costumbres que se pudieron conservar fueron elementos claves para el sobrellevamiento, el exorcismo y la sanación del cuerpo y espíritu para poder seguir viviendo frente a lo dolorosamente adverso.

Ejemplo de la danza africana como herramienta sanadora, es el Vimbuza del pueblo Tumbuca del sur este de África, cuya expresión de origen Bantú forma parte del sistema de salud indígena como cura a los traumas de la opresión colonial y como forma de resistencia cultural de cara a la prohibición y persecución de las iglesias occidentales. El Vimbuza consiste en rodear al que está siendo curado, que entra en trance con los espíritu Vimbuza y corear canciones, por lo general en esta ceremonia de sanación están presentes el curandero o curandera, los únicos hombres son los que ejecutan los tambores, el resto presentes son mujeres que corean para facilitar el estado de trance de quien está siendo sanado.

 En la actualidad en un mundo de dominio racional donde se desconocen el espíritu y las emociones, las escuelas holísticas de psicoterapia, han tomado los diferentes ritmos bantú para meditación y como terapia para a través de altas vibraciones, activar los chacras, las emociones y producir bienestar como la tonificación del cuerpo, la producción de alegría y felicidad, evitar  los problemas de circulación, curar traumas y enfermedades mentales.

Nota: Escrito a partir de las experiencias vividas con la Danza Africana y otras artes de quien escribe este artículo

Por Maria Fernanda Tavera ( Trabajadora del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños)

Fuentes consultadas:

La Ideologia Alemana: Marx, Carlos

¿Que es la filosofia ?: Manuel Briceño Guerrero

Wikipedia: Origen de la Danza

Periodico El Clarín: La Danza como terapia

You tube: Danza Vimbuza

Participa en el Foro las relaciones de cooperación entre África y Nuestra América

El Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora, Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños, de la mano con la Embajadas de Sudáfrica y de San Vicente y las Granadina acreditadas en Venezuela realizará el Foro Las relaciones de cooperación entre África y Nuestra América, en el cual se disertará acerca de la política, cultura, economía y relaciones de cooperación entre América Latina, el Caribe y África.

La actividad se desarrollará el próximo 15 de octubre a las 10 de la mañana (hora de Venezuela) a través de dos modalidades: presencial a través de invitación personalizada y on line a traves de divesras plataforma como Facebook, Meet, Jeetse para lo cual debes escribir al correo agenciainternacionaldelsur@gmail.com indicando tu nombre, apellido, institución y lugar de donde te conectarás.

Las palabras introductorias del evento estarán a cargo de los Embajadores de Sudáfrica y de San Vicente y las Granadinas, Jhosep Nkosi y Andreas Wickham, respectivamente.

Las ponencias correrán por cuenta de la Directora del Correo del ALBA, Embajadora, Cris González, y del Embajador de Guinea Ecuatorial en Caracas, Carmelo Nguema, mientras que la moderación será efectuada por el Director del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños, Reinaldo Bolívar.

Fuente: Aisur

Esclavos. Una subjetividad negada

En este libro se incorpora el enfoque interdisciplinario de la historia de la esclavitud, contemplando aspectos históricos, sociales, demográficos, museológicos, de la nueva arqueología histórica o arqueología patrimonial y de la genética de las poblaciones humanas, lo cual nos aproximará se entiende a un conocimiento más acabado y profundo de la esclavitud en estos territorios, el cual se revela hoy aún insuficiente en el cometido de saldar una deuda pendiente a la contribución africana en la configuración de nuestra identidad. El objetivo general que ha alentado esta investigación consiste en analizar, desde una perspectiva interdisciplinar, crítica y analítica las dinámicas de la esclavitud en toda su complejidad en territorios periféricos seleccionados de la antigua Monarquía hispánica entre los siglos XVII y XIX contribuyendo al reconocimiento de los aportes del elemento africano en la construcción de la cultura y etnia latinoamericana.

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Frantz Fanon, profeta de la negritud

Las protestas en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis el pasado mayo, que sacaron a las calles a cientos de miles de personas desde Nueva York a California para decir que las vidas negras importan, suponen uno de esos raros momentos que obligan a una nación a replantear su identidad para hacer audibles las voces minoritarias y de los marginados.

John Trudell (1946-2015), poeta de la nación dakota y expresidente del American Indian Movement, solía decir que los pueblos nativos de EEUU eran la tribu invisible, que al estar desposeída, los blancos “no podían ver”: por no tener, no tenían siquiera nombre. Los términos “indio” o “nativo” no existían antes de 1492. Muchos nombres de los pueblos originarios americanos –hopis, iniuts, dinés, runas…– significaban simplemente “gente”. Algo similar sucedió con los descendientes de yorubas, lucumíes o bantús, entre otros, cuyas identidades étnicas originales se fundieron en un conjunto amorfo al que unía el color de piel.

En el centro del diseño original del Gran Sello de la Unión –que propuso un comité integrado por Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y John Adams, y algunos de cuyos símbolos han sobrevivido hasta hoy, como el ojo de la providencia en el triángulo radiante que figura en el dólar– figuran los escudos heráldicos de las seis naciones europeas sobre la que se constituía la nueva república: Inglaterra, Escocia, Irlanda, Francia, Alemania y Holanda.

Amnesia europea

El pasado esclavista ocupa un lugar marginal en el imaginario colectivo europeo. Hasta que Adam Hochschild no publicó King Leopold’s Ghost en 1998, a nadie parecía extrañar en Bruselas la presencia ubicua de las estatuas ecuestres de Leopoldo II, el monarca que embelleció la capital belga expoliando el Congo, del que fue soberano, fundador y único propietario entre 1885 y 1908.

Según un sondeo de 2019, un 30% de los británicos cree que las antiguas colonias estaban mejor cuando formaban parte del imperio. En Francia, que ha eliminado el término “raza” de la Constitución, el memorial en París dedicado a los deportados a los campos de concentración nazis no menciona que la mayoría de las víctimas fueran judías. Lo único destacable era que fueron franceses.

Solo este año, 60 después de la independencia, el rey de los belgas “lamentó” los actos de crueldad en el Congo y fue derribada en Bristol y arrojada al mar la estatua de un notorio tratante de esclavos, Edward Colston. En Barcelona la de otro, Antonio López y López, fue retirada por decisión del consistorio de la capital catalana en 2018.

Emmanuel Macron ha sido el primer presidente francés que ha reconocido que el colonialismo en Argelia fue un “crimen contra la humanidad”. Solo en 1999 Francia admitió que había habido una guerra en su antigua colonia magrebí. Y en 2009, con ocasión de una visita de Muamar Gadafi a Roma, el gobierno italiano autorizó el estreno de Lion of the Desert (1982), del director sirio Mustafá Akkad sobre la lucha del caudillo rebelde libio Omar al Mukhtar contra las fuerzas coloniales de la Italia fascista. Según diversas estimaciones históricas, en los 60 años de colonialismo italiano, desde Libia a Etiopía y el Cuerno de África murieron casi un millón de personas por las guerras, deportaciones e internamientos forzosos.

En España, el actual director de la Real Academia de la Lengua, Santiago Muñoz Machado, publicó en 2019 un libro con un título no muy políticamente correcto para los tiempos que corren: Civilizar o exterminar a los bárbaros, sobre los contrastes entre la colonización británica y española de las Américas.

Según el académico indio Sankaran Krishna, el olvido oficial obedece a una política de “amnesia voluntaria”. No resulta extraño. En su Discurso sobre el colonialismo (1950), el poeta martiniqués Aimé Cesaire escribió que, en el fondo, lo que no se perdonaba a Hitler era haber aplicado en Europa métodos que hasta entonces las potencias europeas solo habían utilizado en sus colonias contra las razas de color.

Según escribe Adrienne Brown, profesora de la Universidad de Chicago, en The Black Skyscraper (2017), los códigos sociales no escritos y las relaciones internacionales de su país están basados en conceptos eurocéntricos y “racializados” que crean dicotomías antagónicas imaginarias: civilizado-salvaje, desarrollado-subdesarrollado, moderno-primitivo…

Andrew Carnegie, el filántropo fundador del Carnegie Endowment for Intertnational Peace, creía que si los pueblos anglosajones se unían, traerían al mundo una era de justicia y paz. Esa ideología supremacista explica, entre otras cosas, que entre 1899 y 1902 la represión contra los rebeldes filipinos de las fuerzas de ocupación de EEUU se cobrara unas 200.000 vidas de civiles en la excolonia española. La sombra del racismo es alargada. En 2019, el 90% de los asesinatos relacionados con grupos extremistas fueron cometidos por fanáticos de extrema derecha.

El crisol caribeño

En Island on Fire (2020), sobre la rebelión en Jamaica de 1831 que codujo a la abolición de la esclavitud en el Imperio británico, Tom Zoellner estima que solo en el siglo XVIII la trata llevó desde África al continente americano a casi 6,5 millones de esclavos. Unos 350.000 fueron directamente a las plantaciones de Virginia, Georgia y las Carolinas, dos millones a colonias caribeñas británicas como Jamaica y Barbados, y el resto a las francesas, españolas, holandesas y portuguesas.

En el llamado Siglo de las Luces, la trata hizo ganar fortunas a marinos, comerciantes, prestamistas y dueños de astilleros, destilerías e ingenios azucareros. En 1776, en vísperas de la independencia de las 13 colonias, la riqueza nominal de una persona blanca media, según Zoellner, era de unas 42 libras esterlinas en Inglaterra y de 60 en América del Norte. En Jamaica era de 2.200.

Entre 1700 y 1800, el consumo de azúcar en Inglaterra aumentó de cuatro a 20 libras per cápita, 10 veces más que en Francia. Ciudades como Londres, Liverpool, Bristol, Nueva York, Filadelfia, Burdeos, Nantes, Le Havre, Port-au-Prince y La Habana, entre otras, debían el esplendor y prosperidad que alcanzaron en esos años a la industria del azúcar que alimentaban los brazos esclavos en las plantaciones antillanas.

Voltaire, cuya estatua frente a la Académie Française en París acaba de ser retirada para evitar que siga siendo objeto de actos vandálicos, fue accionista de La Compañía Francesa de las Indias Orientales, fundada en 1664, cuyas fragatas armadas comerciaban esclavos entre Europa, África y América en la década de 1740, cuando el escritor invirtió en ella. En Foreing Policy, Nabila Ramdani recuerda que en sus Lettres d’Amabed (1769) describió a la africanos como “animales”, solo un poco por encima de los monos.

El filósofo escocés David Hume escribió que en Jamaica los negros educados solo repetían como “loros” lo que habían aprendido de sus amos. En 1843, Alexis de Tocqueville sostuvo que aunque los negros tenían derecho a ser libres, los colonos también tenían derecho a no ser arruinados por su liberación. De hecho, las grandes plantaciones se mantuvieron intactas tras la abolición.

Las jerarquías de sangre permeaban todo el tejido social colonial caribeño. Según escribió el historiador cubano Manuel Moreno Fraginal en El Ingenio (1978), la Iglesia recibía el 5% de la producción de azúcar por enseñar resignación a los negros porque la esclavitud encadenaba a sus cuerpos, no a sus almas. Una tez más o menos oscura o clara lo determinaba casi todo. Los testimonios de viajeros de la época aseguraban que los békés –colonos criollos ricos de Guadalupe y Martinica, posesiones francesas desde 1762– salían de sus casas solo después del crepúsculo para que el sol no oscureciera su piel.

Pero nada era del todo claro. En Haití eran negros los mulatos pobres y mulatos los negros libres adinerados, aunque pocos de ellos conseguían los documentos que les permitían tocar a una mujer blanca sin correr el riesgo de que les cortaran la mano. Las guerras de los llamados cimarrones (maroons en inglés y nègres marrons en francés), que tras huir de las plantaciones se armaban en selvas y montes, se prolongaron desde 1728 hasta finales del siglo XIX, cuando se abolió la esclavitud en Cuba (1880) y Brasil (1888).

Solo en la guerra de independencia de Haití, que dio origen a la primera república negra del mundo en 1804, se perdieron unas 350.000 vidas. En un informe de 1833 dirigido al rey Luis Felipe I de Francia, la comisión real que lo redactó señaló que las masacres de civiles indefensos tras la invasión de Argelia mostraban que los franceses habían superado “en barbarie a los bárbaros que habíamos venido a civilizar”. En su biografía de Engels de 2010, Tristam Hunt recuerda que el socio de Marx escribió que la conquista francesa de Argelia favorecía “el avance de la civilización”.

Retrato del rebelde adolescente

De ese bullente universo social emergió la figura del escritor, psiquiatra y activista político martiniqués Frantz Fanon (1925-1961), discípulo de Aimé Césaire, cuyo Les damnés de la terre (1961), que prologó Jean-Paul Sartre y fue traducido a 19 idiomas, es un texto clásico de la literatura política de la descolonización. Para Sartre y Fanon, la violencia en la guerra argelina era una respuesta inevitable a una historia de violencia colonial.

El menor de ocho hermanos, Fanon nació en Fort de France en 1925 en el seno de una familia mulata de clase media y que, como muchas, vivía en la frontera entre la cultura de la metrópoli y la creole caribeña. En la isla, que recién se convirtió en un departamento de ultramar francés en 1983, los békés solo empleaban el creole –en Martinica una mezcla de francés, holandés, español, inglés y dialectos africanos– para hablar con sus sirvientes.

Fanon recordaba que en su infancia la imagen de los békés a caballo con un látigo en la mano, símbolo de los privilegios de las dinastías terratenientes de la isla, seguían intimidando a los creoles. Con 18 años se escapó de casa para enlistarse en las fuerzas de la Francia Libre del general De Gaulle, con las que combatió en Marruecos, Argelia, Francia y Alemania.

Fanon es una figura aun enigmática y elusiva. Si debe considerársele martiniqués, antillano, francés o argelino –o simplemente negro– es una cuestión aún irresuelta. Según Césaire, Fanon eligió ser argelino: “Vivió, luchó y murió” como tal, decía. Los argelinos, cuyo nacionalismo se autodefine como árabe-islámico, otorgaron a Fanon en 1963 el premio nacional de las Letras de forma póstuma, pero a veces le hacían sentirse más extranjero que en Lyon, donde estudió psiquiatría.

La propia vida de Fanon explica la fascinación que ha ejercido entre generaciones de activistas de izquierda, los últimos de ellos los seguidores del movimiento Black Lives Matter. Cuando en marzo de 1945 el ejército aliado se aprestaba a cruzar el Rin, entre los cientos de miles de soldados coloniales británicos y franceses se encontraba un joven antillano condecorado con la Croix de guerre por su valentía en los campos de batalla de Alsacia. Pero ni él ni sus compañeros de color pudieron desfilar con los ejércitos victoriosos en Alemania. Los antillanos de las “viejas colonias” eran tratados como semi-europeos y llevaban los mismos uniformes que los demás soldados franceses, pero en las celebraciones aliadas, la consigna de los altos mandos militares fue que tropas debían ser “blanqueadas”. Por una cuestión de prestigio.

En su tesis de psiquiatría y primer libro –Peau noire, masques blancs (1952)–, Fanon sostuvo que en el sistema racial-colonial los colonizados debían adoptar las “máscaras blancas” del colonizador en la pirámide pigmentocrática, en la que el vértice solo podía ser inmaculadamente caucásico.

Un destino argelino

Cuando fue designado en 1952 al hospital psiquiátrico de Blida en Argelia,  descubrió que la escuela psiquiátrica colonial había tipificado a los árabes de “primitivos, fanáticos y fatalistas” porque según sus teorías el islam era una “patología mental” que hacía a las masas musulmanas “impermeables a la civilización”.

En noviembre de 1954, tras el estallido de la guerra anticolonialista, Fanon entró en contacto con el Frente de Liberación Nacional (FLN). De día trataba a los oficiales de la fuerzas coloniales y por las noches enseñaba a los insurrectos a mantener la sangre fría y soportar las torturas.

En 1956, expulsado de Argelia, se refugió en Túnez para trabajar en el aparato propagandístico del FLN. Como embajador itinerario del gobierno argelino en el exilio, conoció a Kwame Nkrumah en Ghana, a Patrice Lumumba en Congo, a Sékou Touré en Guinea y a Léopold Senghor en Senegal. Después de una campaña en el Sáhara para abrir un tercer frente en Argelia, los médicos le diagnosticaron leucemia, de la que murió a los 36 años.

Los condenados de la Tierra

En 1961, Fanon se comprometió a entregar un manuscrito al editor francés François Maspero, que ya había publicado en 1959 su segundo libro, Año V de la revolución argelina. El texto final fue Les damnés, obra póstuma porque su autor murió el 6 de diciembre de 1961 en un hospital de Maryland. Cuando sus restos retornaron a Argelia, fueron escoltados por columnas del FLN hasta el Cementerio de los Mártires en Chouhada.

En un tour de force biográfico, David Macey (1949-2011) –uno de los historiadores británicos más brillantes de su generación y autor de estudios fundamentales sobre Paul Nizan, Jacques Lacan y Michel Foucault– navega con consumado tacto y sentido común para desbrozar la mitología que se tejió en torno a Fanon, trazando las coordenadas –históricas, políticas, sociales y culturales– que permiten entenderle en un minucioso fresco histórico sobre la Francia de la posguerra.

Los actuales son buenos tiempos para releer a Macey y Fanon, que escribió que él mismo descubrió que era “negro” en Francia: la “negritud” no existe como tal, sino que es algo que uno descubre en la mirada del otro, observó.

Fuente: politicaexterior.com