El culto a la Virgen María, exitosa estrategia de transculturación

Por Reinaldo Bolívar
*1519 años pasaron para que la Virgen María fuera vista por primera vez en Abya Yala
*María solo se apareció ante los indígenas, cuando ya quedaban muy pocos
*La Virgen de Coromoto fue una aparicón, la Chinita una pintura milagrosa, la Del Valle, la Pastora, La Chinita y otras  vinieron en barco
*Santos y advocaciones a la Virgen María se impusieron en la antroponimia y toponimia continental 

El culto a María Madre de Dios (hiperdulía), comenzó en el Siglo II en Roma. La invasión europea al Abya Yala inició en 1492. El primer símbolo católico  en entrar al continente fue la cruz, y el nombre de San Salvador (dado a una isla). La nave de Colón se llamaba Santa María, pero no llevaba en sus equipajes estampas de la madre de Jesús. Primero que la Virgen María  llegaron en barcos, las figuras de los santos (dulía), venerados por los jefes españoles. Entre los primeros estuvo Santiago Apóstol, cuyo  nombre bautizó a varias ciudades de Europa y estas tierras. En las capitulaciones de Santa Fe, entre Colón y los reyes católicos, quedó muy claro el asunto de la toponimia: nombraban o renombraban los sitios en honor al catolicismo o se lo hacía en homenaje a la realeza.

La primera imagen de María  la trajeron a México en 1519 en el barco del invasor Hernán Cortés. Fue la de “Nuestra Señora de los Remedios”. Su misión  era reforzar la “cristianización” de los mayas. Luego, las imágenes de la virgen María continuaron arribando en naves náuticas a otras poblaciones del continente, las cuales fueron mentadas como “La Asunción”, “Nuestra Señora de…”, “Santa María”…
Las apariciones fueron un recurso muy usual registrado en la Biblia, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento. El propio Dios o sus ángeles realizaban estos milagros, por lo general en sueños, para comunicar mensajes trascendentales a su pueblo o profetas,  pero principalmente para hacer saber que “hay un solo Dios”, y quienes no lo reconozcan son idólatras.

De acuerdo con los cronistas católicos, la primera “aparición” en vivo de María Santísima, sin barco mediante, sucedió, también, en México en 1531 a un joven maya apodado Diego (nombre de un hijo de Colón). Desde entonces la virgen  María siempre se apareció a indígenas —nunca a los africanos esclavizados,  por quienes no abogó ni Bartolome de Las Casas ni ningún Papa.
Con aquella estrategia la Iglesia católica  consiguió que cada pueblo, caserío e institución, por más pequeña que fuera, tuviera su santo o santa patrona para venerar,  lo cual además funcionaba  para que los padres y esclavistas pusieran nombres (antropónimos) “de pila” a su prole y esclavizados “indios” o “negros”. El apellido muchas veces era el del padre o “amo”, pero el nombre era el del santo, santa, o familia real.
En una segunda fase,  la iglesia impone que cada lugar, y hasta nación, adopte una advocación de  la Virgen María como patrona. Para ello fueron muy propicias las apariciones, que luego de la Guadalupe se multiplicaron por todo el continente. La difusión de los milagros de la Virgen María, en su respectiva advocación se convirtieron en el motor del crecimiento del culto.

En Venezuela, el catolicismo documenta que la Virgen María se le apareció a un cacique de nombre Coromoto para aconsejarle ir con los blancos a bautizarse. Coromoto, según el relato se negó a ser bautizado, a pesar de las sucesivas apariciones de María, hasta que fue mordido por una serpiente venenosa (en alusión a Adam y Eva). En su agonía, el cacique rogó por el sacramento de iniciación.  Así se salvó de morir en alma y cuerpo y se convirtió en apóstol cristiano. Para su “gloria”,  al menos le dio su nombre de cacique a la advocación de la virgen nacional. Oportuno es acotar que para la fecha de esa aparición, los grupos indígenas, ya muy diezmados por el genocidio español,  ofrecían férrea resistencia a la invasión, con ataques sorpresas a las misiones católicas. La aparición de  María llamaba a los pocos Caribes que aún quedaban, a la aceptación de la fe y la paz cristiana.

En otros lugares como Margarita, y Barquisimeto,  la imagen de María llegó, como al principio de la invasión, en barco.
La madre de Jesús, era la figura tierna, de temple, mediadora y femenina que vino a equilibrar la balanza afectiva en un continente donde la presencia materna era y es esencial.  No importaba que la mujer no tuviera poder político ni religioso, María era superior a todo ello, por ser la madre de Dios y estar por encima de todos sus santos.
Tal como lo reconoció  la iglesia en 1979, la serena  y artística imagen de  María Madre de Dios ha sido fundamental en la evangelización del continente. En su nombre se construyeron  grandes edificaciones católicas  sobre las ruinas de testimoniales templos indígenas, como parte material de la transculturación, que convirtió a cada «patrona celestial» en componente de la identidad cultural de los pueblos  surgidos de la invasión europea

Divinidades de la religión Yoruba y su equivalencia en la religión católica

En la Cuba (y en varios países de América) actual se convive una diversidad en cuando a los divinidades de la religión yoruba y precisamente del contacto entre las africanas y la católica, surgieron nuevas deidades, las que también se les llama santos y con una fuerte influencia y seguidores en el entorno nacional.

Cada uno de estos santos tiene sus propios colores y rituales, sus caminos y atributos. Sus historias reflejan cualidades humanas y por supuesto divinas, pues la creencia manifiesta que en una etapa ancestral estuvieron presentes en el plano material y fueron coronados antes de regresar al plano espiritual.

En este artículo le estaremos compartiendo cuáles son los Oshas de cabecera o de fundamento, o sea las espiritualidades que se dan directamente a todos los que hacen la ceremonia de Kari Osha (hacer santo) y sus equivalencias en la religión católica.

Obatalá

Tiene varias equivalencias en la religión católica, como Nuestra Señora de la Virgen de las Mercedes, Jesús clavado en la cruz, San Manuel. Su color es el blanco, representa la cabeza y se celebra el 24 de septiembre. Es el dios supremo, el gran oricha, su energía proviene de la naturaleza más pura. Simboliza la justicia, el equilibrio, la equidad, el principio, los acuerdos, las relaciones, la belleza, la cultura.

Oshun

Se asocia con la Virgen de la Caridad del Cobre y se celebra el 8 de septiembre. Su color representativo es el amarillo y se le llama con una campana dorada. Es la dueña del río, el amor, la miel y el oro. Simboliza la maternidad, la familia, la patria, la casa, la cocina, las masas, las mujeres, los ríos, el sentimiento, la imaginación.

Yemayá

Su equivalente católico es la Virgen de Regla y se celebra el 7 de septiembre. Sus colores representativos son el azul marino y el blanco. Vive y domina en los mares y en los vastos lagos. Es señora de la maternidad y es considerada Madre Universal. Simboliza la perfección, la laboriosidad, las ocupaciones subalternas, el mar, sus misterios, las profundidades del océano, el servicio, la salud, la eficiencia, los animales domésticos.

Changó

Equivale en la religión católica a Santa Bárbara. Se le llama con una maraca que se mueve con vigor. Es el Dios de la Guerra, dueño del rayo, del trueno y de la música. Simboliza la energía, la creatividad, los juegos, las especulaciones, el orgullo, la vanidad, la realeza, la diversión, los deportes, los espectáculos, la masculinidad, la elevación, la gloria, la fama y el poder.

Elegguá

Su referencia en la religión católica es el santo Niño de Atocha o San Antonio de Padua. Dueño de todos los caminos, abre y cierra las puertas. Sus colores son el negro y el rojo. Controla los reinos del mal y del bien, crea el balance entre las dos fuerzas. Su nombre significa “el mensajero príncipe”.

Oggun

Este santo de la religión Yoruba se asocia con San Pedro, San Pablo, San Juan Bautista, San Miguel Arcángel y San Rafael Arcángel. Dios de la guerra, las armas, la tecnología, de los herreros, de los cirujanos, del ejército y los policías. Su elemento es el metal, asegura los caminos que abre Elegguá. Sus colores son el añil, verde, negro y blanco, rojo y verde.

Oyá

Se sincretiza con la Virgen de La Candelaria, Patrona de Canarias o en la provincia de Matanzas se asocia con santa Teresa de Ávila. Es la diosa del cementerio, dueña de los vientos y la centalla. Su color es el rojo vino, marrón o carmelita y otros nueve colores, excepto el negro.

Babalu Aye

Este Santo de la religión Yoruba hace referencia a San Lázaro, deidad de las enfermedades venéreas y de la piel, de la lepra, la viruela, de las plagas en general. Su color es el morado. En Cuba es muy venerado cada 17 de diciembre. Este día recibe en su templo de Santiago de las Vegas ofrendas y promesas relacionadas con la salud.

Fuente: https://www.quebolayuma.com/santos-de-la-religion-yoruba-religion-catolica-p13/

Vudú: una visión integral de la espiritualidad haitiana

Por: Iván Renato Zúñiga Carrasco. México: Universidad del Sur. Mail: ivan_abdel_raman@hotmail.com

Introducción
Cuando escuchamos de vudú inmediatamente nuestra mente se imagina la más terrible de todas las magias de la tierra, empezamos a pensar en dos cosas: muñecos vudú (estos últimos hasta los podemos encontrar como llaveros hechos de lazo o tela de diversos colores y con caritas felices) y zombis, estos últimos los muertos vivientes que salen de sus tumbas por un poderoso hechizo el cual salen a cometer horribles crímenes y actos aberrantes por ordenes del brujo que le hizo el conjuro; últimamente han tenido gran auge por las series televisivas y por el movimiento zombi, una forma de pseudo protesta por el mundo globalizado y progresista.
El vudú, es una religión mal conocida, desprestigiada, tergiversada por las revistas, los libros, las películas que se dicen serias y objetivas. De manera sistemática y con gran sensacionalismo, los medios extranjeros han contribuido a presentarla constantemente como una horrible acumulación de burdas supersticiones, orgías sexuales, magia negra, brujería y maleficios. En una temporada televisiva de un famoso programa (de la televisión de paga) donde se manejan temas de alta magia y brujería, se manejaron esbozos del vudú en dos de sus personajes pero caen en lo absurdo en todo lo que se manifiesta en dicho programa, lo más deplorable es cuando sale un luá: Papa Legba, aquel que abre los caminos muy semejante a Ellegua de la Regla de Ocha; literalmente lo presentan como un ser que se le invoca poniendo líneas de cocaína para que las inhale; haciéndolo ver más como un santo sediento de drogas y de bebes ya que para que cumpla sus deseos de los invocadores deben dejarle un bebe como alimento. Todo esto demerita y degrada al vudú como algo que siempre hemos visto una religión totalmente sangrienta y depravada.
El vudú haitiano no es sólo una religión recreada por los esclavos africanos en la colonia francesa llamada la Hispanola que comprendía Haití y la República Dominicana, es por el contrario una religión humanista, un conjunto de tradiciones culturales que constituyen el cimiento que une al pueblo haitiano en los momentos de crisis y lo salva de la desesperanza. El vudú es asociado a uno de los países más pobres y marginados de América: Haití; famoso y ahora conocido por el devastador sismo del 2010.
El vudú como Martínez excelentemente nos dice: …no es otra cosa que el culto a las deidades de la naturaleza, como sucede en la mayoría de los ritos africanos. Los vodún (plural) son las deidades que representan el plano intermedio que está entre el Dios supremo y los hombres.1
Haití lo tenemos olvidamos. A Haití no queremos voltear a verlo. Este país empobrecido, que no ha conocido la tranquilidad desde el momento de su independencia en 1804, cuenta con 27.000 Km. cuadrados de territorio en sus tres cuartas partes árido y erosionado. Gran parte de sus habitantes apenas alcanzan el mínimo nivel de sobrevivencia. Haití ha sido excluido históricamente por los organismos internacionales o, en todo caso, su presencia en ese tipo de eventos era precedida por largas discusiones como sucedió en 1826, con el Congreso Anfictiónico de Panamá. Haití es un punto sin luz en el mapa de América Latina. Se puede comparar como alguno de los países del continente africano con alto grado de marginación, corrupción, falta de servicios de salud, educación nula. Es un país puesto de lado, ignorado durante casi un siglo, llevado al olvido o en indiferencia internacional igual que en África una ex-colonia francesa, quizá si fuera un país con una forma de gobierno de monarquía constitucional parlamentaria o un departamento de ultramar su situación fuera otra. Los marines norteamericanos ocuparon militarmente Haití por 17 años desde 1919 a 1934 desatando una campaña feroz de desprestigio de la cultura y de sus habitantes convirtiendo a Haití en el país de las sombras y de los zombis, en el país del vudú, para muchos como hemos mencionado sinónimo de magia negra, cultos salvajes y oscuros, nombrándola la más negra de todas las magias. A la miseria de los habitantes se le añadió la falsa convicción de una pobreza cultural en la que el vudú, como centro de esa cultura, fue atacado por todos los gobiernos en un plan de destruir la cultura ancestral: pocos objetos del culto se salvaron en la llamada Campaña anti supersticiosa orquestada por la iglesia católica en 1943. Pero no se había visto lo más lamentable, cuando el régimen tiránico de los Duvalier manipuló el culto vudú y el propio Papa Doc se proclamó supremo sacerdote. Así, esta religión que había sido desde sus inicios fuente de rebelión y de protesta, se pervirtió con la injerencia directa del poder político en su liturgia. En 1996, tras la visita del «príncipe de Allada», se inició en Haití el movimiento de Leglise de Zantray. Algunos hounganes (sacerdotes) reconocidos pretendían estructurar el vudú a la manera de la Iglesia católica. Para ello empezaron a realizar, por ejemplo, misas dominicales de contenido vuduizante pero siguiendo unas formas muy similares a las católicas, con bendición del pan y del vino incluida.
Al margen de las disputas surgidas entre los adeptos del vudú sobre la legitimidad o no legitimidad de este fenómeno, algo parece claro: el vudú, o mejor dicho cierto vudú, no quiere perder terreno en una batalla permanente con el catolicismo y otras corrientes del cristianismo.2 3

Concepto histórico
El vudú es un sistema de pensamiento de origen africano que se fue estructurando en tierras haitianas como un resultado de la esclavitud y la sociedad de plantación. Las aportaciones de las antiguas naciones africanas fueron múltiples y variaron a lo largo de los dos siglos de historia de la Trata Atlántica en Haití; se sabe que durante ese tiempo los esclavos procedían de tres áreas culturales principales. En primer lugar, y sobre todo en los primeros tiempos de la Trata, encontramos el «área sudanesa», que comprendía desde la costa norte del actual Senegal hasta las costas de Liberia (Costa de la semillas), destacando las zonas de población del conjunto mandinga, poblaciones maninka, bambara, etc; además de wolof y los fulas musulmanes. En segundo lugar, le siguió el «área guineana», correspondiente a las costas de los actuales Costa de Marfil, Ghana (Costa de Oro), Togo, Benín y Nigeria (Costa de los Esclavos); durante los dos primeros tercios del siglo XVIII, en sus puertos fueron embarcándolos esclavos obtenidos en las incursiones que los reyes de las potencias africanas del momento hacían entre sus vecinos, además de los provenientes del interior de la actual Nigeria (haussas y fulanis)4 En tercer y último lugar, tenemos el «área bantú», que en su parte norte comprendía la costa del actual Camerún y en el sur toda la costa de Angola y que incluía los esclavos procedentes del actual Mozambique; cabe agregar que en el último tercio del siglo XVIII, precisamente el que conoció las mayores cifras de africanos arribados a la colonia de Saint-Domingue, predominaron sobre todo los esclavos procedentes del área bantú, particularmente los de origen Congo y Angola.
La cultura haitiana ha penetrado en la religiosidad popular haitiana y dominicana, existe una modalidad popular del vudú haitiano, esta modalidad integra tanto deidades de origen africano como prácticas católicas. Esta influencia es el producto del flujo cultural sostenido entre las dos naciones que, más que un intercambio, se trata de un proceso de transculturación que lleva ya siglos de existencia y que no muestra señales de detenerse.5
El vudú también es practicado en: Cuba, Trinidad y Tobago, Brasil, así como en el sur de los Estados Unidos de Norte América, predominantemente en el Estado de Louisiana; en este lugar se le denomina voodoo hoodoo, son dos elementos diferentes pero complementarios, el voodoo es la religión y hoodoo es el sistema mágico, este término es utilizado por los residentes de Louisana y describe así la marca propia del vudú criollo.6
Cabe señalar que la Isla de Martinica se practica el vudú muy semejante al de Haití ya que históricamente también fue colonia francesa y de igual manera había esclavos africanos como en el resto de las Antillas.7

Aspectos generales
Los puntos claves de la filosofía vudú y los principios rectores de vida más importantes en la población haitiana:
Respeto y veneración al GrandMét, al Bondye, árbitro supremo de nuestro destino.
Respeto, honor, servicio fiel a los Lwa (Luá= deidad, santo, dios), protectores del individuo, del grupo y de la comunidad.
Respeto a los Muertos.
Respeto, honra, obediencia y asistencia a los ancianos, patriarcas y matriarcas de la familia y de la comunidad.
Generosidad y buena convivencia con los vecinos así como con los extranjeros.
Solidaridad y ayuda fiel en todos los niveles de parentesco y de amistad, así como también generosidad en el ámbito de la comunidad.8

Aspectos jerárquicos vuduístas
El temor, la persecución, los castigos desmedidos y el machismo que exhiben los dioses imprimen un carácter sumamente tiránico a esta religión que hunde sus raíces en África atrae y fascina por la belleza de los cantos y las danzas rituales en las ceremonias que se suceden a lo largo del año litúrgico cristiano. El concepto de templo no es propio de esta religión, hablemos más bien de cofradías autónomas, cada una con su estilo y sus tradiciones propias. Un homfort, es el nombre del santuario vudú, es un centro religioso que puede ser comparado con el patio que ocupaban en otro tiempo los miembros de la familia grande (familia extensa). El número, la disposición y la ornamentación de los ranchos que constituyen un santuario vudú dependen de los recursos económicos del sacerdote o de la sacerdotisa, y en menor grado de su imaginación, sus gustos o del gusto que les atribuyen a los dioses. Lo único que permite reconocer un houmfort es el péristyle, especie de espacio cubierto, cobertizo abierto en donde se celebran las danzas y las ceremonias al abrigo de la intemperie. El techo de paja o de aluminio se sostiene por varios postes pintados de colores y motivos varios; el del centro, el poteau-mitan es el pivote de las danzas rituales y tiene carácter sagrado, pues simboliza el camino de los espíritus, el camino que recorren los dioses desde la lejana Guinea para llegar a Haití. Cuando no hay ceremonias, el pérystile es el lugar donde se mantiene a los enfermos o donde duermen los visitantes que vienen de lejos, o los iniciados que están desempleados, o simplemente, es un lugar de reunión. Por lo general, al lado del pérystile está el cuarto de los misterios (chambre des mystères), el lugar donde se encuentran los altares de los luas protectores del houmfort. Este cuarto, lleno de objetos diversos: piedras sagradas, estampas, objetos del culto, botellas de aguardiente, medicinas hechas a base de hierbas. Houngans y mambos, sacerdotes y sacerdotisas, no constituyen un cuerpo organizado: son jefes de cofradías más que miembros de un clero jerarquizado. James y cols comentan que cualquier persona puede ser hougan o mambó siempre y cuando cumplan con los requisitos fundamentales como: ser adepto, conocer a la perfección la liturgia del vudú, atributos de los dioses, símbolos pero sobre todo pasar por los ritos de iniciación conocido como kanzó. La jerarquía se organiza en el interior de cada santuario, y un houngan o una mambó preside, nunca los dos a la vez, pues un dignatario del culto no se subordina a otro. El houguenikón, jefe del coro de una sociedad vuduísta puede ser hombre o mujer y es el o la encargada de reemplazar al sacerdote principal del culto cuando éste está en trance ritual o poseído por un luá . El la-place es otro elemento de la jerarquía puede asumir la función de maestro de ceremonias si el hougenikón se encarga a los luases (dioses) interpretando el canto ritual que le corresponde a cada uno de ellos. En las ceremonias es el que abre las procesiones blandiendo su machete saluda a los espíritus que van apareciendo. El último peldaño de la escala están los hounsí (hunsí) quienes pueden ser de uno u otro sexo y son aquellas personas que han pasado por los ritos de iniciación lo cual les permite poder asistir al hungán o a la mambó, ser encargan principalmente del orden y la limpieza del templo y la preparación de las ofrendas, su tarea más destacada es la de formar el coro. Los honorarios principales de los houngan y de las mambó provienen de las curaciones de enfermos, aunque ellos dicen que sólo curan enfermedades sobrenaturales (esto es, la locura y la epilepsia, enfermedades sobrenaturales por excelencia). Otra fuente de ingresos la constituyen las consultas de adivinación, el pago, generalmente muy oneroso, por las iniciaciones que se llevan a cabo en el santuario, y la venta de polvos mágicos y de talismanes. Los houngan y las mambó revelan ciertos rasgos de personalidad que los convierten en personajes temibles. Por lo general, son de una susceptibilidad extrema, coléricos, no aceptan que se les discuta. Por otra parte, cabe señalar que la mayoría de los houngan tienden a la homosexualidad, son impresionables, caprichosos y con ataques coléricos. Las mambó, por su parte, son en su mayoría mujeres de una muy fuerte personalidad, dominantes, que se encolerizan a la menor ocasión y luego se calman como si nada hubiera ocurrido. Ambos, houngan y mambó, son vengativos y muy vanidosos. En la vocación está también la ambición, el gusto por el poder y la avaricia. Sólo el dios protector del houmfort controla los abusos de estos personajes.9

Ceremonia
Al sonar los tambores es momento de la ceremonia, la función de los tambores es semejante cuando replican las campanas de las iglesias. El objetivo de las ceremonias es fortalecer los lazos que unen a los luases con el caballo (persona que sirve como médium para recibir en su cuerpo al luá10y hacer todo lo que se le venga en gana al espíritu, desde hablar, bailar, realizar actos riesgos, comer, beber entre otras actividades).
En todas se realizan sacrificios los cuales son presentados en una variedad de ofrendas. En su mayoría está presente el derramamiento de sangre del animal, siendo la sangre el factor que más poder proporciona. Es frecuente que el período de preparación de las ceremonias el jefe de la cofradía proceda a invocar al luá principal que es dueño de la cabeza del huongan. Ese luá proporciona todos los detalles que deben arreglarse para que las ceremonias tengan el éxito deseado; en esto incluye los animales que van a sacrificarse, lugares en que deberán ser sacrificados y cambios que deben realizarse para despistar a los enemigos que quisieran dañar el culto. En toda ceremonia se invoca al luá empleando una diversidad de medios entre los que se destaca el dibujo simbólico vevé.
Los animales que se van a sacrificar son sometidos a un proceso de purificación que tiene lugar un día antes o el mismo día en que se realiza el sacrificio, es un requisito sin el cual no se puede presentar la ofrenda a la deidad. Los animales permanecen amarrados en los numerosos postes del recinto. El houngan se sitúa de rodilla delante del poste principal llamado potó-mitán, a través del cual se supone que los luases miren las operaciones que se realizan a su favor. Al pie de este poste se coloca el recipiente con el líquido purificador el cual es una mezcla de agua, perfume y varias hierbas; al frente se va encontrar una orquesta. Una persona de la orquesta entona una plegaria, a continuación el houngan comienza a cantar una canción conocida por la cofradía, la orquesta realiza cambios en el toque de los tambores; el más rápido anuncia operaciones que deben realizarse con mayor velocidad. Son llevadas primero aves negras destinadas para el sacrificio posteriormente son llevados animales de cuatro patas. Se pueden llevar a cabo en la ceremonia ritos de iniciación,bautizo, sanación o simplemente para venerar al luá.

Sacrificios rituales
Lo fundamental de las ofrendas en la mayoría de las ceremonias es el o los animales que se van a sacrificar a los luases. Los animales deben ser del color que la divinidad prefiere o exige. El sacrificio requiere de una preparación ritual previa que comprende la presentación de la ofrenda al luá del altar, invocaciones y oraciones dirigidas a éste, van haber toques de tambor y danzas con o sin el cuerpo de la ofrenda encima del ejecutante. Los animales sacrificados nunca deben haberse adquirido por robo; tienen que haber sido comprados o donados en dádiva. Solo algunas partes del animal constituyen las partes para la ofrenda, una de ellas la sangre, esta ultima puede se depositada en una cazuela, jigüera (vasija que se fabrica de una cucurbitácea ovalada llamada tula o churuca) o en un plato. Además de la sangre otras partes del animal también sirven de ofrenda tales como la cabeza, las cuatro patas, el rabo, los intestinos y los genitales, el resto del cuerpo puede ser enterrado o cocinado para ser ingerido por los participantes de la fiesta. Nunca se sacrificaran bebes o niños pequeños o personas adultas, grupos que ha desvirtuado esta práctica realizan sacrificios humanos clandestinos por tal motivo han satanizado a todas las religiones provenientes del continente africano.11

Vévé
En toda ceremonia nunca debe omitirse la realización del un dibujo sagrado denominado véve el cual sirve para invocar al luá el cual lo identifica y representa. Para realizar dicho dibujo se va a trazar en el suelo con harina de maíz, ceniza, borra de café o polvo de ladrillo; empleando estos ingredientes más cenizas de fogón se atraen a los luases lo mismo los buenos que a los malos.12

Luases
El vudú es a la vez religión monoteísta, por su reconocimiento de un Ser Supremo, Bondye o Gran Met, y politeísta o panteísta por sus numerosos espíritus o Lwa (luá) que presiden y dirigen todos nuestros actos. Los luases llevan, en su mayoría, el calificativo de Rada, nombre que les viene de la ciudad Aradá, la capital del reino. Al lado de los luases que integran el panteón Rada existe un número igualmente importante de luases creoles, nacidos en territorio haitiano integrados a un panteón aparte llamado Petró: dioses belicosos, especialistas en la magia; todos los conjuros se hacen bajo la advocación de los dioses Petró. Los devotos del vudú pueden haber llegado adquirir la experiencia y condiciones exigidas para ejercer el oficio de modo independiente en este caso tiene que construir una casita denominada caye-mystére (cai-misté) destinada exclusivamente a los luases, separada de la casa principal. El altar para rendir culto a los luases debe existir un plato con agua o bebida alcohólica donde permanezcan sumergidas la o las piedras que representan a las divinidades vuduístas. El líquido del recipiente deberá ser renovado cada cierto tiempo. Los elementos fundamentales en su parte superior banderas rojas, blancas y negras; en orden descendente, cadenas colgadas; varios frascos pequeños de vidrio los cuales pueden contener perfume en otras sustancias; una botella grande como las de dos litros de soda, esta última se le denomina bebida ritual; varias velas encendidas, machetes y cuchillos dispuestos según su orden ritual y en el piso un plato con piedras de río sumergidas en agua. Al pie del altar deben estar colocados varios alimentos frescos como carne de cabra, ñame (tubérculo comestible), diversos tipos de dulce de harina. No deben faltar imágenes impresas de varios santos.

En cuanto al número de dioses y diosas del panteón vudú, unos autores comentan que hay 101 luases; otros, 21. Lo que ocurre es que cada luá tiene varias personalidades(manifestaciones) y cada una tiene su nombre, o un mismo nombre seguido de uno o varios atributos. Algunos luases se agrupan según sus lugares de origen. Los luases de la religión vudú se dividen, como hemos señalado, en dos grandes grupos: luá-rada, de Aradá, ciudad del Dahomey, y luá-petró que son en su mayoría dioses criollos, nacidos en Haití. La diferencia es que los primeros son los dioses que vienen de Guinea y son dioses amables, aunque puedan ser severos y castigar hasta con la muerte a sus fieles, son dioses confiables y justos. Los dioses petró, en cambio, sugieren inmediatamente la idea de fuerza implacable, dureza y ferocidad, son dioses que los devotos califican de rígidos, frente a los dioses rada que son amables. Los luases petró que llevan el calificativo de ojos rojos (jé-ruj) son, sin excepción, genios maléficos. Un luá petro lleva el mismo nombre que un luá-rada seguido de un sobrenombre: (Danballah-flangbo, Ogou-yansan, Ezili-mapyang, etc.). Hay luases negros, mulatos y blancos. Algunos son niños mellizos como los Marassa, otros viejos y otros jóvenes. Hay luases hombres y hay luases mujeres. Dentro de los luases existen familias una de la más destacada es la de los Ogún, divinidad guerrera reconocido como el herrero del mundo, el origen étnico ha sufrido cambios notables esto se debe a que los vuduístas conceden más importancia al carácter de un luá y sus gustos personales que a las funciones específicas que la mitología le atribuye; es por eso que podemos encontrar:
Ogún del monte, viste camisa roja con motivos en negro y pantalón azul marino. Sus atributos son un machete y una botella de aguardiente de caña, su bebida preferida.
Ogún Batalá, esposo de Ercilí; viste igual que ella completamente de blanco y no ingiere bebidas alcohólicas, rechazadas por la santa. Se le representa con una espada en la mano y una gorra de plato.
Ogún guerrero, se le representa según la cromolitografía popular de Santiago Apóstol o de San Jacobo el Mayor, con una gorra colorada en la cabeza y una espada en la mano.
Ogún del Río, es un santo acuático, como su nombre lo indica. Su elemento distintivo es el agua dulce.
Ogún Chal, se diferencia del resto de los ogunes por sus cualidades cleptómanas. Roba para compartir lo sustraído con sus hermanos.

Ogún Buá, es Ogún del Monte
Senché, se dice que entre Cemiché y Senché existe una relación de parentesco el primero es el padre del segundo, pero en un sentido simbólico; el primero, recibe los muertos en el cementerio y Senché los apadrina. O sea justifica que la persona ha fallecido realmente y le echa la tierra encima. Después de esta confirmación, aparece Lacuá y le pone la cruz.
Dentro de esta familia podemos destacar otros luases como son: Gran Buá considerado el dueño del monte y como tal debe pedírsele permiso para realizar en él cualquier acto; Criminel, este luá hace honor a su nombre, tiene una marcada predilección por los derramamientos de sangre; Togó se le conoce como el carnicero por su predilección y uso de las armas blanca por excelencia el cuchillo y el machete; Yudón su función es guiar a los demás santos.
De igual manera existen santos acuáticos a los que se les rinde culto tales como:
Zaú Pembá, dotado de poderes prominentes en el orden de una inteligencia ordenadora, basado en la cual organiza y dirige las curaciones.
Damballah, el espíritu arquetípico sabio, la divinidad serpiente patriarcal, asociado con la lluvia, la paz, la sabiduría, la inocencia, la benevolencia, la riqueza, la vida, la fertilidad y la pureza es uno de los más venerados luá de los dioses africanos y el más importante entre los demás luases y altamente respetado.
Simbí, se le considera el guardián de las fuentes y los mares
Ercilí (Erzuli también conocida) diosa de la fertilidad, del amor y la pasión: es también la lujuria.
La Sirena y la Ballena del mar, son dos divinidades marinas tan estrechamente unidas que se les venera juntas y se les celebra con el mismo canto. Unos dicen que la Ballena es la madre de la Sirena, otros que ella es su marido y, en fin, otros que esos dos nombres se aplican a una sola y misma divinidad. Se representa a la Sirena como una bella mujer con torso humano y sin extremidades solo cola de pez, pero cuando ella aparece en el santuario, la persona que es poseída por ella es solamente una mujer joven, coqueta, muy cuidadosa de su tocado. Ella es conocida por su poder para atraer la suerte y el dinero de la profundidad del océano eran ella hace su propia música. Todos los tesoros del océano son de ella y el palacio submarino está llena de objetos de oro y preciosos que han venido de barcos hundidos.

Agwe, es el soberano de los mares. Él simboliza los poderes intuitivos y conocimiento profundo del océano. Agwe es el esposo de la Sirena
• Filoméz, es un espíritu del agua y cuando ella entra en posesión, camina de rodillas y un ramo de flores se presenta a ella que ella esparce por el suelo. Otras veces, se toma una escoba y barrer toda la negatividad y la mala suerte de la zona. Ella es conocida por revelar secretos a la gente en sueños.

Otra familia de santos encontramos a los Guedé donde destacan:
Lacruá, es el espíritu de la primera persona que se entierra en un cementerio y al hablar de los guedé, los identifican con los muertos.
Zombí, se le representa, antropomórficamente, como un viejito de cara muy arrugada que cambia su aspecto cuando se manifiesta en, o posesiona de una persona. Vive en el monte Algunos lo consideran un santo cimarrón que gusta de vivir en cualquier mata, nunca en el exterior. Coge bejucos para tejer su ropa. Es un muerto que no fue para el cielo y se quedó en el monte.
Cimitier, el nombre de este lúa parece derivar de cemetiére (cementerio) o camposanto, lugar de residencia del santo que nos ocupa.

Santos de los caminos y entradas
Legbá guardián de las puertas y principalmente de la entrada del Hounfor es al primero que se invoca y al último que se despide. Intérprete de los dioses. Es el que abre la barrera que separa el mundo de los mortales del mundo trascendente y de esta manera es el que permite el contacto con otros espíritus.
Luá Chemín, luá de los caminos reales. Da caridad.
Luá Calfú, es el de los cuatro caminos. Se le prepara su comida en cualquier lugar, pero siempre su altar tiene que situarse en un rincón pegado a la pared.
Lentó, se conoce que trabaja sólo una vez al año. Habita en el marco de la puerta de acceso a la casa de vivienda, donde ejerce una especie de protección a sus moradores.
Colé-Cord, el nombre que ofrecemos corresponde a una pronunciación figurada nuestra, a partir de la información. Ellos nos atestiguan que el significado que más se le aproxima es el de nudo o amarre, situado a la entrada de una casa.

Otros luases
Ayizan, es el espíritu que ilumina la búsqueda de los iniciados que todavía no han alcanzado un alto nivel de sabiduría. Guía los primeros pasos hacia la Verdad. Esposa de Leghba. Es una faceta de la propia Erzulie se le atribuye el poder de espantar a los malos espíritus.
Alegda es un luá malvado y temido, fuente de males y de vida.
Zaca es el luá de la agricultura, del crecimiento y la prosperidad de la tierra.
Bossu( Bossou) posee una deformación ósea de nacimiento, su aspecto es monstruoso y desde la antigüedad se le relacionó con la tortuga. A partir de esta circunstancia la tortuga es considerada como un animal sagrado.
Danhome o Dan señora del agua, es divinidad benévola y dispensadora de riquezas. Es la boa sagrada, y siempre prefiere los lugares húmedos.
Loko es el dueño de los árboles y ejerce una gran influencia sobre los curanderos que trabajan con hierbas.
Lenglesú, es un lúa diablo. Es violento y maligno. Cualquier compromiso establecido con él que se incumpla puede costar la vida. Es presentado Lenglesú como el lúa del arco iris y Blinginsú marcha o camina con él. Existen dos Lenglesú: Lenglesú Damá y Lenglesú Vasensá, con rasgos o caracteres diferentes a los del primero
Djab Montañe, se trata de un lúa diablo: se le llama a las doce de la noche, en el centro del monte
Saint Michel Arcángel, luá que se utiliza en el hogar como respaldo de la casa; siempre hay que tenerlo en la puerta. Aparta o vence las malas corrientes que puedan ser dirigidas contra una familia.
Macuto, es varón porta un machete y una yaba.
Ciclón, cuando se posesiona de su caballo, se necesitan veinte o treinta personas para controlarlo, pero a todas puede levantarlas. Posee una furia y poder descomunales.
Marassa, son los gemelos sagrados del vudú; representa abundancia, bendiciones, el don de los hijos, el carácter sagrado de la familia y los misterios de la divinidad.
Agaou, es el luá que gobierna el trueno, la lluvia, los relámpagos, viento, tormentas y terremotos.
Kalfou, es el hermano gemelo de Papa Legba, y él también controlar el cruce, pero a diferencia de Legba, Kalfou es muy malo y sólo permiten el paso de los malos espíritus. Él controla todos los malos espíritus de la oscuridad.
Lenglensou, el ejecuta juicio sobre aquellos que no pueden cumplir con su palabra y el hougan o mambó que no puede mantener los secretos del vudú de los no iniciados.
Marinette, es una de la más peligrosa, violentas e impredecible en el panteón vudú Ella es mala, sus ceremonias son alrededor de hoguera enorme, en la que la sal y la gasolina son arrojados. Es una de las grandes hechiceras se le teme y es muy respetada.
Ti Jean es un luá fuego, que vive en los matorrales. Él es un mago poderoso que trata principalmente con la magia negro.13 14

Zombies
Un zombi (en ocasiones escrito erróneamente con la grafía inglesa zombi) es, originalmente, una figura legendaria propia de las regiones donde se práctica el culto vudú. Se trata de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero para convertirlo en su esclavo. De acuerdo con la creencia, un bokor o hechicero vudú, es capaz, mediante un ritual, de resucitar a un muerto, que queda sometido a la voluntad de la persona que le devuelve a la vida. Así mismo puede convertirlo en un hombre lobo.15
Dentro de la religión vudú, está presente el concepto de alma dual y se encuentra íntimamente ligado con la figura del zombi. Existen por lo menos dos tipos de alma según esta tradición: el Gros Bon Ange (gran buen ángel) y el Ti Bon Ange (pequeño buen ángel). El primer tipo de alma, el Gros Bon Ange, es un concepto espiritual al que se le atribuye la memoria, los sentimientos y la personalidad de la persona. Esta alma está en relación directa con el cuerpo. Algunos estudiosos consideran que, dentro de la religión vudú, perder el Gros Bon Ange equivale a perder la vida. El segundo tipo de alma, el Ti Bon Ange, es un concepto espiritual que está ligado al cerebro, a la sangre, a la cabeza y a la conciencia del hombre. Este tipo de alma representa, por un lado, al zombi (zombi incorpóreo) y por otro, su ausencia, o robo (por parte del hechicero o bokor) explican, dentro del imaginario haitiano, la condición de zombi de una persona (zombi corpóreo). A pesar de las discusiones acerca de las características y función que ambos tipos de alma tienen, se ha llegado a aceptar generalmente que es el Ti bon Ange el que está directamente relacionado con lo que los creyentes llaman el proceso de zombificación. Esta división del alma en la religión vudú es importante para entender el concepto de zombi, particularmente en lo relativo al Ti Bon Ange, pues es a partir de esa forma de alma que se desenvuelven los dos tipos de zombi que han sido estudiados a partir de testimonios: el zombi corpóreo y el incorpóreo, o como algunos estudiosos los han llamado: el cuerpo sin alma y el alma sin cuerpo.
Está bien documentado que no hay una división tajante entre ambos tipos de zombis dentro del pensamiento mágico en Haití; se puede observar que, dentro de los relatos recogidos por etnólogos, la distinción entre un zombi y otro no es clara ni definitiva, pues los relatos pueden describir por ejemplo, a un zombi que camina por la calle, que ha salido de su tumba, o uno que habita una vasija para ser vendido después y brindar protección, pero ambos, por ejemplo, dentro del imaginario haitiano, pueden funcionar como servidumbre doméstica.16
Nassetti describe que en el vudú se tiene la creencia que cualquier persona muerta puede ser transformada en zombi para evitar esto se colocan ciertos instrumentos en el ataúd del cadáver; en el ataúd se va colocar un cuchillo el cual le servirá al occiso, para defenderse del bokor que lo esté tratando de despertar del sueño de la muerte llamándolo por su nombre; la gran mayoría de los cuerpos se les sepulta con los labios suturados para evitar responder al llamado, dentro del ataúd hay granos de maíz u otras semillas esparcidas lo cuales son objetos de distracción para la entidades que merodean al cuerpo. Existe un remedio muy caro para contrarrestar que la persona llegue a ser zombi, prácticamente desde el nacimiento, es un rito especial el houngan o la mambo encierran en una botella o en una canasta el ángel bueno se le conoce pot de tête de la persona el cual va ser custodiado toda la vida lejos de miradas indiscretas y peligrosas. Si por alguna razón el pot de tête cae en manos de un bokor este no dudara en convertir dicha esencia en un alma zombi o baka, término utilizado para definir a los espíritus que al ser capturados son obligados a obedecer al nuevo propietario o amo después de un ritual mágico.
Sobre el fenómeno zombi existen leyendas pseudocientíficas que creen que para que se lleve dicho fenómeno se utiliza una potente droga la cual puede detener las funciones fisiológicas y psíquicas de las personas. Supuestamente esta droga estaría compuesta de alguna planta solanácea la cual el contacto en la piel o vía oral actuaría inmediatamente conduciéndolo a un estado de catalepsia, a través de conjuros mágicos se revertiría tal estado, la persona tendría lesiones irreversibles a nivel del sistema nervioso central que lo haría incapaz de hablar o expresarse, para alimentarlo sería una dieta sin sal para que la persona este en un estado de abulia y total obediencia.17

Muñecos vudú
Tradicionalmente, los muñecos vudú se crean para representar una deidad o un espíritu casero no muy diferente de los nkisi (literalmente se traduce como medicina sagrada), estatuas de poder utilizadas en la Cuenca del Congo África Central, que se cree que contienen poderes espirituales o espíritus. Se les representan con mayor frecuencia como objetos de venganza, la mayoría de los practicantes de vudú hacen un esfuerzo concertado para desvincularse del uso malévolo de muñecos, para el bokor es un vehículo para realizar hechizos. Por otro lado los muñecos vudú se crean y utilizan para propósitos positivos. Aproximadamente el 90% de la utilización de muñecos vudú se centra para curación, encontrar el amor verdadero y la dirección espiritual.
También se utilizan como herramientas centrales en los rituales y la meditación. Se han descubierto en varias plantaciones de Louisiana, muñecas antiguas atadas con intestinos de de gato o cordeles y pegado con alfileres o espinas de pescado. Con frecuencia tienen una variedad de elementos conectados a la figura. Por ejemplo, artículos personales, tela, cuerda, clavos o tachuelas para activar su poder e invocar al espíritu. También existen figuras tallas en madera denominadas bocio las cuales se pueden encontrar desde el Golfo de Guinea y toda la región del Congo representan hombres, mujeres, animales son para los practicantes del vudú objetos con poderes sobrenaturales los llaman garde corps (guardaespaldas). Hay personas que adquieren absoluto poder sobre los demás por este medio. La que frecuentemente se utilizan en Haití son las muñecas construidas de tela su función es igual que las antes mencionadas se utilizan principalmente como medios para llevar mensajes al mundo de los espíritus. Estos se pueden encontrar a la izquierda en el cementerio o el cruce de caminos, a veces llevan notas fijadas a sus cuerpos.18

Conclusión
A pesar del atraso económico de este pequeño país del Caribe ha llevado la religión vudú o mejor dicho la cultura vudú a los grandes foros internacionales con la finalidad que el mundo europeo y americano conozca y acepte más esta cultura tan satanizada que ha hecho famoso la cultura zombi; en los eventos afro-americanos y afro-europeos cantantes tales como Azor & Racine Mapou, Racine Barak, Racine Bossou y RAM; han destacado al grado que su música no llega a ser más que un sonido tribal sino las composiciones que escucha y toca ese pueblo tan olvidado de América aquejado por los huracanes, temblores, enfermedades y los disturbios sociales, el más olvidado, el más temido de una cultura que ni los farsantes que practican la magia negra se atreven a voltear pues son rituales a los seres de la naturaleza.

Notas
-1 Luz Martínez. Fundación Ignacio Larramendi. sitio web de Fundación Ignacio Larramendi. [En línea] S.A. [Citado el: 8 de junio de 2015.] http://www.larramendi.es/i18n/catalogo imagenes/grupo.cmd?path=1000205
-2 Michaelle Ascencio. Los dioses olvidados de Haití. En Contexto: Revista anual de estudios literarios, Vol. 9, Venezuela, S.E., 2005. P. 131- 149.
-3 Joan Gimeno. El vudú haitiano: Una cuestión de Estado. Sito web de Centre de Cultura Contemporania de Barcelona. [En línea] 2010. [Citado el: 8 de junio de 2015.] http://www.cccb.org/rcs_gene/gimeno.pdf.
-4 Françoise Florent. Le Vaudou en Haïti. La magie d’ un culte bafoué par l’histoire. Bruxelles, Echanges et Synergie asbl, 2001. P. 12s.
-5 Joan Gimeno. El vudú.. .Op.Cit.
-6 Denise Alvarado. The Basics. The Voodoo Hoodoo Spellbook. S.L, S.E., 2009, Chapter I, Pss. 2.
-7 Eugène Revert. Zombis, Engagés et Vaudou. La magie antillaise. Paris : Éditions Bellenand, 1951, Chapitre VI, Pss. 77. -8Claudine Michel ¿El vudú haitiano es un humanismo? Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana, 18/19, Argentina, S.E., 2002. P. 127 ss.
-9 James, Joel. El Vudú en Cuba. Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 1998. P. 98 ss.
-10 Joel James. El Vudú…Op. Cit. P. 101-119
-11 Ibidem.
-12 Joel James. El Vudú… Op. Cit. P. 117
-13 Joel James. El Vudú… Op. Cit. P. 144- 165.
-14 Reboredo, Sergio. Información sobre el vudú en Haití. [En línea] [Citado el: 8 de junio de 2015.] http://www.sergireboredo.com/esp/rps/haitivudu/infohaitivudu.htm.
-15 Prevost, Jacques Henri. Arts et Sciences, hommes et Dieux. Petit Manuel d’Humanité. [En línea] [Citado el: 8 de junio de 2015.] http://iacques.prevost.free.fr/fascicules/cahier 14.pdf.
-16Hans Ackerman. The ways and Nature of the Zombi. En The Journal of American Folklore, Vol. 104, S.E., E.U.A., 1991. P. 466- 494.
-17 Rosamería Nassetti. Magia Vudú. S.L., Editorial Tikal, 2002. P. 113-127.
-18 Denise Alvarado. Voodoo Dolls in Magick and Ritual. S.L., S.E., 2009. P. 4- 5, 10-11, 26

Bibliografía
-¿El vudú haitiano es un humanismo? Michel, Claudine. 18/19, Argetnina : s.n., 2002, Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana, págs. 127- 130.  
-Ackerman, Hans. The ways and Nature of the Zombi. En The Journal of American Folklore, Vol. 104. E.U.A., S.E., 1991. P. 466- 494.         [ Links ]
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-Revert, Eugène. Zombis, Engagés et Vaudou. La magie antillaise. Paris : Éditions Bellenand, 1951, Chapitre VI, págs. 77- 79.         [ Links ]

Fuente: SCIELO: http://www.scielo.org.co/

Occult, esoteric, divination and wicca concept. Mystic and vintage background

Chimbángueles a San Benito en el Sur del Lago

Una producción de La Huella Indeleble

Chimbangles, Sur del Lago de Maracaibo

Los rituales a San Benito de Palermo, se registran en los pueblos del Sur del Lago de Maracaibo desde hace más de 300 años, su complejidad musical y su rico entramado organizativo hacen de los Chimbángueles una de las manifestaciones más emblemáticas de la herencia cultural afrovenezolana en el occidente del país, movilizando a devotos, promeseros, vasallos, locales y visitantes al ritmo de tambores, flautas y maracas en una impresionante fiesta colectiva.


La Huella Indeleble Producciones. Venezuela 2014

Exposición digital/ San Juan: el que todo lo tiene, el que todo lo da

Hoy 24 de junio se celebra el nacimiento de San Juan Bautista por ello desde Afroamiga compartimos con ustedes esta exposición fotográfica digital, en la cual se exaltan nuestras raíces africanas y el ciclo festivo alrededor de su culto, que es Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La exposición, realizada por la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en la República de Guinea Ecuatorial plasma la manera en la que se rinde tributo en diferentes partes del país, una tradición que es muestra del sincretismo religioso y cultural, producto del aporte de las costumbres, creencias y modo de vida que los africanos trajeron a nuestras tierras en la época de la colonia.

Ver la exposición fotográfica completa

Créditos de las fotografías:

Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela

Gobernación del estado Miranda

Gobernación del estado Yaracuy

@curiepe1

Daniel Hernández

Ciudad Caracas

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Eduardo Rodríguez

Gladys Yamelicse

Solsticio de verano con la Cruz de Mayo y San Juan Bautista este 21 de junio

El próximo martes 21 de junio, solsticio de verano, nos encontraremos en la sede académica del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños para festejar a San Juan Bautista, y despedir a la Cruz de Mayo. Será a partir de las 3:00 de la tarde cuando con décimas y fulías guardaremos la cruz y recibiremos a San Juan con su retumbar de tambores acompañados de la alegría que caracteriza las manifestaciones culturales afrovenezolanas.

Cada 24 de junio se hace sentir en los estados Aragua, Miranda, Yaracuy, Vargas, Carabobo y Guárico, una de las celebraciones más importantes para la población afrovenezolana, se trata de la fiesta de San Juan Bautista, festividad que año tras año invita a miles de feligreses a reencontrarse con los elementos propios de una tradición llena de colores, cantos, bailes y  profunda espiritualidad que ha permitido preservar la herencia africana hasta nuestros días. 

Los esperamos para juntos cantarle, bailarle, llevarle flores y pedir por el bienestar personal, familiar y de la Patria al ritmo del  Mina, Culo ‘e Puya y cantos de sirena.

Fuente: Aisur

Este 16 de junio se celebran los Diablos Danzantes de Yare

Este 16 de junio (jueves de Corpus Christi) se celebra la festividad de Los diablos danzantes de Yare en la población venezolana de San Francisco de Yare, Estado Miranda. . Es llevada a cabo por las “Sociedades del Santísimo” y representa un ancestral rito en donde el bien prevalece sobre el mal.

Es una danza ritual de los llamados “Diablos Danzantes”. Los cuales visten trajes coloridos (normalmente de rojo), capas y grandes máscaras. Además de adornos como cruces, escapularios, rosarios y otros amuletos.

Los Diablos Danzantes de Yare son una de las festividades de estirpe religiosa más importantes del Estado Miranda, Venezuela. Cuenta con más de 300 años de historia, constituyéndose como uno de los símbolos más importantes para la tradición venezolana.

El bien triunfa contra el mal, este es el mensaje que cada año los Diablos Danzantes de Yare hacen recordar a todos sus espectadores, a través de una celebración que ha sido elaborada en su historia con influencias de la tradición indígena, española y africana.

Los diablos visten de un color rojo, pero su rasgo más característico son sus extravagantes máscaras de colores fuertes. Muchos de estos llevan en sus manos diferentes amuletos de protección. Cuando transcurre la noche en las afueras de la iglesia, se aprecian diferentes rituales y cantos en espera del amanecer con cientos de personas que se reúnen para observar a los diablos.

Al siguiente día, los diablos inician otro desfileesta vez con destino al cementerio del pueblo. Allí llevarán sus danzas en honor a los diablos que han muerto, y al mismo tiempo, pedirán permiso para iniciar su celebración. Luego de esto, retoman su camino hasta las puertas de la iglesia del pueblo, donde enfrentarán en la Eucaristía a Jesús.

En representación del eterno triunfo del bien sobre el mal, las máscaras de los diablos caen al suelo ante la presencia de Jesús, en representación a que no pueden derrotarlo. Los diablos no encuentran otra opción más que arrodillarse ante la imagen del hijo de Dios, y es en este momento, donde la multitud se reúne en oración y realizan diferentes solicitudes de ayuda a Dios.

Los Diablos Danzantes de Yare son la representación del recorrido de estos diablos sin rumbo, quienes encuentran a Dios y deciden batallar con él, resultando derrotados y pasando a entregarse a su fe. El pueblo de San Francisco de Yare –y otros estados de Venezuela como Guárico, Bolívar, Vargas y Carabobo-, lo celebra a través de la representación en esta danza.

La celebración termina por la tarde cuando suenan las campanas de la Iglesia y la hermandad se dispersa hasta el siguiente año.

Esta celebración tiene especial significado este año, porque se espera aprobar la ordenanza municipal e instalación de los Consejos Comunitarios para la Salvaguarda de este Patrimonio.

Cabe destacar que el origen de las festividades de los Diablos Danzantes de Corpus Christi en Venezuela se remonta al siglo XVIII, y fue declarado en 2012 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Fuente: carnivaland.net/VTV

Los ‘secretos’, sanación para el cuerpo y el alma dentro de las comunidades afro

Los secretos y oraciones son una serie de palabra ocultas con la que los afrocolombianos realizan curaciones, se defienden de sus enemigos y pueden causar daño a otra persona; quienes ejercen este tipo de prácticas son llamados popularmente zánganos, brujos, brujas, hechiceros, curanderos y sabedores. Este conocimiento, combinado con unos rituales que involucran plantas medicinales, se utilizan en muchas comunidades como método de sanación del cuerpo y el alma, traspasando el saber de generación en generación utilizando la tradición oral.

Para el historiador Julio César Uribe Hermocillo, estas prácticas se remontan al siglo XVI con la diáspora, es decir, el traslado forzado por la esclavización de millones de pobladores africanos de distintos países traídos a América.

“Si nos ubicamos en América del Sur, en Colombia, y en el Pacífico, estos pueblos trajeron consigo todo lo que era su vida, su cultura, su lengua, todo su sistema de creencias, todo lo que para ellos constituía la existencia”, apunta Julio César.

Ya en otras tierras, hombres y mujeres debieron adoptarse a las nuevas condiciones para lograr la supervivencia, esto dio origen a una serie de nuevas magnificaciones que modificaron las dinámicas de los territorios dando origen a nuevas costumbres.

Agrega Uribe Hermocillo que “aunque llegaron con todo lo que para ellos tenía un valor simbólico, lingüístico, cultural, artístico, traídos a la fuerza se vieron obligados a adaptarse aquí. Luego pasaron por un proceso de cristianización forzada dando origen a nuevos ritos”, afirma el historiador.

Esta transformación dio origen al sincretismo religioso entre África y el catolicismo, teniendo a la Iglesia católica como eje central de este cambio de mentalidad de las personas para conducirlas a una vida de servidumbre. Al respecto, el historiador agrega que “el papel de la Iglesia era estar al lado de los conquistadores para para garantizar que los formara o los obligara a adquirir las creencias oficiales de la Iglesia católica y que, a la vez, los forzaba a dejar de hablar las lenguas originales para pasar a hablar la lengua española”.

Todo este proceso generó una amalgama de conocimientos que permitieron a los esclavizados cierto grado de protección basados en la utilización de ritos que avanzan con las dinámicas humanas y territoriales, dando a cada espacio un carácter religioso particular.

A medida que transcurrió el tiempo y con la interacción, “la influencia de esas creencias y esos sistemas religiosos africanos que vinieron con esta población esclavizada, empezaron a mezclarse para reproducirse y a recrearse dentro de los sistemas formales a los que se vieron obligados a adoptar, que fueron los del catolicismo. Ahí es donde se da la mezcla que muchos llaman sincretismo y que son las expresiones recreadas de la religión propia, mezclada con la religión impuesta”, asevera Julio César.

En la cultura afrocolombiana todas las actividades giran alrededor de las creencias, estas son intrínsecas de cada persona desde su nacimiento hasta después de la muerte. Los secretos no son la excepción y son parte misma de la vida, por ello están presentes en la crianza, en la enfermedad, en los momentos más importantes de la vida.

“Todo va a estar sacralizado, el monte, la mina; por ello se rezan oraciones antes de entrar al monte y se le pide permiso a la selva para hacer uso de ella. Igualmente, la minería”, aduce Uribe.

En el Pacífico colombianos las comunidades afrodescendientes e indígenas han compartido territorio y, por ende, una serie de costumbres que trasfieren de una etnia a otra asegurando la supervivencia en condiciones adversas. Para Grimaldo Palacios, líder Embera Dobida, la relación entre indígenas y sabedores data de muchos siglos atrás.

“Después de la conquista la relación de negros e indígenas siempre ha existido, por eso los afros le enseñan esa clase de secretos a los indígenas. Por ejemplo, para curar tuberculosis, mordeduras de culebras o llagas. Esas costumbres aún se conservan y cuando no funciona, se deben arreglar”, dijo.

La protección juega un papel importante para cualquier cultura, por lo cual afrodescendientes e indígenas utilizan los recursos necesarios para mantener a salvo sus familias, la comunidad y los entornos, teniendo a la naturaleza con fuente principal de insumos para hacerlo. En la actualidad existen un sin número de manifestaciones que abarcan baños, rezos, oraciones y riegos que tienen más de cinco siglos de historia.

Así lo relata el historiador Uribe Hermocillo, pues “desde el mismo momento en que la población africana, a través de la diáspora, fue traída al continente americano, ya con ellos venían ciertos sistemas de protección similares a lo que podemos llamar oraciones o conjuros, o lo que hoy conocemos como secretos para protegerse a sí mismo, a su familia y su entorno. Y eran también mecanismos de defensa que se utilizaban frente al abuso de los colonizadores, que por la fuerza los habían traído acá”, concluye.

Por su parte, Domingo Valencia, conocedor de estas prácticas, califica como positivo su uso dado que brinda cierto grado de fortuna que permiten el desarrollo de sus labores que buscan mejorar la calidad de vida.

“Los secretos son muy buenos para uno reforzar su cuerpo, uno que trabaja en el monte se mete después de relatar el de San Pedro y encuentra la culebra dormida (…) también se utilizan con las hierbas para la suerte y nos sirven para protegernos de la brujería”, dijo.

Existen secretos oscuros con los cuales se puede causar daño a las personas o comunidades, esos son exclusivos de los zánganos, como se denominan a las personas que utilizan esta clase de prácticas y que, según Valencia, quedan pocos.

Según la creencia, los secretos y oraciones deben ser manejados con ciertos cuidados, que les permitan permanecer “buenos”, es decir, que sirvan para lo que fueron creados; cuando se dañan se deben arreglar mediante el uso de otros rituales que varían dependiendo de la zona del país o de la etnia. En las comunidades indígenas se hacen mediante un ritual que involucra los ríos.

“Cuando uno quiere arreglar un secreto que no funciona mete la cabeza en el agua de un río, lo relata tres veces y ya, que listo”, concluye Grimaldo.

En cuanto a las comunidades afro asentadas en el Atrato, se realizan varios ritos que Domingo describe. “Usted se va para el monte donde nadie lo perturbe y empieza a rezar sus oraciones, otros hacen un hueco en la tierra y meten los secretos escritos en un papel y los sacan a las 12 del día o de la noche, o en una playa solitaria también se pueden ajustar”, concluye Domingo Valencia.

Estos ritos y rituales tienen influencia de la religión católica, por ello las actividades de arreglo o ajuste de los secretos se realiza en la época de Semana Santa, especialmente los días jueves y viernes Santo, considerados los más importantes de la semana mayor.

Fuente: Radio Nacional de Colombia

La celebración popular que rinde culto a la diosa del mar, Yemayá

El 2 de febrero, en Brasil y Uruguay se celebra el día de Yemayá o Iemanjá, una deidad de cultos afroumbandistas que ha sido adoptada más allá de la religiosidad.

En Uruguay el día de Iemanjá, se convirtió en una manifestación popular que excede a los creyentes afroumbandistas. Si bien se la conoce como la ‘virgen del mar’, Iemanjá no es una virgen. De acuerdo a la religión umbandista es un orixá, o sea una diosa, dueña de las aguas saladas.

«La designación virgen se relaciona con el cristianismo, con el cual los cultos afro se sintetizan durante mucho tiempo. Sin embargo es una contradicción denominar virgen a una entidad generadora de vida: de su vientre surge toda la vida del planeta. Es una energía de la naturaleza, de las aguas», explicó en la sección radial de Sputnik ‘Zona Violeta’ el secretario de la Federación Afroumbandista del Uruguay, el pae o padre Daniel Méndez de Oxalá.

La fecha de la celebración coincide con el día de la Virgen de la Candelaria. Según el pae, esto se debe a un ‘sincretismo’ que se arrastra desde la época de los esclavos. Durante muchos años los cultos afro estuvieron detrás del catolicismo porque quienes los practicaban llegaron a América como esclavos. Para mantener viva su memoria religiosa los esclavos escondían un orixá detrás de los santos católicos. Cuando hablaban de algún santo católico en realidad estaban rindiendo culto a sus propias deidades. Por este motivo las fechas también están vinculadas a las celebraciones católicas, explicó.

Durante la celebración del 2 de febrero la gente realiza ofrendas a Iemanjá, y aprovecha para hacer pedidos o agradecimientos a la deidad. Las playas se colman de personas que tiran sus regalos al mar.

«Se dispone de barcas donde se colocan flores, miel, fruta, jugos y hasta perlas, todo aquello que agrada a Iemanjá, que como toda mujer es coqueta y le gusta lo delicado y lo bonito. Predominan los colores blanco y celeste. Se trata de dar lo que cada uno puede», señaló.

«Se dispone de barcas donde se colocan flores, miel, fruta, jugos y hasta perlas, todo aquello que agrada a Iemanjá, que como toda mujer es coqueta y le gusta lo delicado y lo bonito. Predominan los colores blanco y celeste. Se trata de dar lo que cada uno puede», señaló.

Fuente: Sputnik

Quinamayó, el pueblo del Valle donde la Navidad se celebra en febrero

Esta población afro del sur del Valle, en Colombia, conserva una costumbre que tiene más de 150 años de historia. El Niño Dios es negro, llega en febrero y el pueblo se reúne a celebrarlo. Historia de una tradición que las mujeres mayores sostienen y trasmiten a los más pequeños, a pesar de la presión que ejercen los nuevos géneros musicales.

Mirna ya es una matrona. Ella no lo sabe o tal vez sí lo perciba, pero prefiere hacerse la que no es con ella. Esta mujer tozuda que mira con franqueza tiene una sonrisa de esas que contagian y generan confianza. Ella es la matrona de Quinamayó, un pequeño pueblo del sur del Valle del Cauca que bordea los límites con el norte caucano.

En febrero, en este pueblo de negros y negras (como les gusta que les digan), no se mueve nada sin que Mirna lo decida. Mientras hablamos en el antejardín de su casa, a la entrada de Quinamayó, da órdenes, pide a los músicos agilidad, grita que si ya los niños se alistaron. “Donde están los ángeles, mijo”,  le pregunta a uno de los jóvenes que la acompaña. “Arreglate esa camisa que la tenés por fuera, ve”, le dice a uno de los chiquillos que pasa raudo por su lado. Mirna Rodríguez es la heredera de la tradición. Es la tercera mujer de una generación que se ha encargado de sostener en el tiempo el nacimiento del Niño Dios en febrero, una fiesta tan ancestral como Carmelina y Placeres Rodríguez, madre y abuela de Mirna, quienes le dejaron como legado conservar una tradición que se remonta 150 años atrás.

En medio del sudoroso ajetreo y con el sol quemando la espalda, Mirna hace una pausa y así cuenta por qué en Quinamayó la Navidad llega en febrero: “como estas eran grandes haciendas esclavistas, nuestros ancestros tenían que atender a sus amos en diciembre y no podían organizar sus fiestas. Entonces decidieron hacer sus festejos y cantarle al niño Dios cuando se cumplieran los 45 días de dieta de la Virgen María”.

Esta bella costumbre se ha mantenido a lo largo de un siglo sin mayores variaciones. Quinamayó es un pueblo de trabajadores de la tierra y también de mineros que parece haberse quedado detenido en el tiempo. Sus calles empedradas, los ranchos con solares largos y techos altos son una invitación a la memoria que no se quiere extraviar. Queda a una hora de Cali y a solo 20 kilómetros de Jamundí. Por estas fechas, Quinamayó se transforma en el punto de encuentro más importante de los alrededores. La fiesta se prolonga durante todo el fin de semana y llegan visitantes de Robles, Villa Paz, El Hormiguero, Navarro, San Antonio, Potrerito, y municipios cercanos con alta población afro que no quieren perderse la festividad.

Durante un mes, Mirna y su equipo han preparado a los niños, organizado a los músicos, definieron la madrina y el padrino del Niño Dios, escogieron a los soldados que resguardan al pequeño y ‘vistieron’ la Iglesia del pueblo con las mejores galas y luces de múltiples colores para que se note que estamos en Navidad.  

Mirna evoca que hubo un tiempo (dice que le duele la cabeza de tan solo recordarlo) en que la fiesta se acabó. Durante cinco años la Navidad no se celebró en febrero. Ella sentía que le estaba fallando a sus ancestros y fue cuando retomó la festividad y la organizó, primero en la cancha durante un día, pero la cosa se fue creciendo y las demás comunidades cercanas se unieron y hubo que ampliarla a viernes, sábado y domingo. “Entonces durante una fiesta vimos que la gente quedaba muy triste el último día y dijimos esto hay que llevarlo hasta el lunes para que la gente entierre su calabazo (guayabo)”. Entonces lo que comenzó con un día se prolongó en un interminable parrandón de 96 horas.

Holmes Larrohondo no desampara a Mirna, parece el hijo de ella. Este joven de 25 años es el director cultural de la festividad y la mano derecha de la matrona. Él tiene la misión de que los niños ejecuten armónicamente sus pasos, que las casas estén atildadas, los vestidos en su punto, que los músicos tengan los instrumentos afinados y que los muchachos intérpretes no se extravíen en la fiesta antes de comenzar a tocar.

Con los pies arrastraditos

Justo en ese momento es que comienza la gran fiesta. Pero esta no es la rumba tradicional de reggaeton, salsa y vallenato. Aquí el goce es con jugas, un ritmo ancestral de las comunidades negras del Sur del Valle y Norte del Cauca con el que los negros campesinos hacían las adoraciones al Niño Dios y podían, en tiempos de la esclavitud, liberar su tragedia a través de la música y el baile.

Por eso mientras suena una melodía contagiosa, plena de vientos y tambores, los músicos recogen a la cantaoras mayores para hacer los arrullos y alabaos para el Niño que está por nacer. No son otra cosa que un canto suave, hipnótico con el que se mima, se ama y se bendice la llegada de esa criatura salvadora del mundo.

Después de la improvisada fiesta callejera comienza un desfile que se prolonga por casi dos horas, tiempo en el que las cantaoras llevan el liderazgo.

Previamente, se han identificado las casas de donde saldrán los niños que han sido escogidos como ángeles, soldados, madrinas, María y José y las indias. Esa selección es todo un acontecimiento en el pueblo pues los niños tienen que tener buenas notas, haberse portado bien y, especialmente, saber bailar Juga. El momento cumbre es la llegada a la casa donde se encuentra el Niño Jesús negro. Hay baile, suenan los ‘cuetes’, el cielo se ilumina, los niños hacen sus pasos, los músicos tocan sin cesar y el pueblo está volcado en la casa que se ha escogido para el alumbramiento del Mesías. La comunidad está en éxtasis, pero lo que más sorprende es el absoluto respeto a la actividad. No hay licor, tampoco borrachos y menos palabras salidas de tono. Es una celebración religiosa, pero con la alegría propia de los pueblos afro.
 

De generación en generación
Manuel Sevilla, profesor de la Universidad Javeriana de Cali e investigador de temas sobre el patrimonio cultural y músicas tradicionales, explica esta especial celebración de mejor manera. “Las adoraciones del Niño Dios son manifestaciones culturales muy complejas, en el sentido de que tiene elementos que la componen que están presentes en numerosas regiones del sur del Valle y Norte del cauca, es una práctica cultural propia de comunidades campesinas negras asentadas en estas zonas planas. En su mayoría se formaron en torno a las haciendas esclavistas que después pasaron a ser de la agroindustria”.

“Ese niño quiere que lo arrulle yo Que lo arrulle su madre La que lo parió”. “A ro ro mi niño A ro ro mi Dios Duerme vida mía Duerme gran Señor”, entonan con su voz acompasada las cantaoras. “Los ritos religiosos eran una actividad propia de la Hacienda, el alabar al Niño Dios, a San José y a la Virgen María lo aprendieron las mujeres, allí recrearon las décimas, los romances los cuales dan origen a los cantos de Juga con los que se conmemora el nacimiento del Niño Dios en el norte del Cauca y sur del Valle”, explica el docente e investigador Carlos Alberto Velasco.

Justamente cuando acaban los arrullos se da paso a la Juga, una invitación a mover el cuerpo. Por eso decenas de espontáneos invaden a la calle principal y comienzan a danzar con los pies arrastrados y las manos atrás porque así bailaban los esclavos. “Como tenían cadenas en sus pies no podían expresarse con saltos y por eso el baile es ‘arrastradito’ y las manos atrás es por el respeto que se le tiene a la mujer”, explica Holmes mientras retumban las trompetas, las bombardinas y el clarinete.

En todo caso, no se puede desconocer que desde la religiosidad este evento es de gran importancia, así lo advierte el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, quien es un activo guardián de estas fiestas de adoración al niño Dios negro. El alto prelado explica que mantener estas tradiciones les permite entender a los habitantes de Quinamayó y de los pueblos cercanos: “Jesús es Dios hecho hombre también en los negros porque es negro y nace con los pueblos africanos de donde ellos proceden”, insistió.

Mientras termina su homilía y escucha los alabaos al niño Dios y la Virgen María, el Obispo señala a la población reunida cerca de la tarima principal y afirma elevando la voz que “este es un pueblo que ha sufrido mucho y lo que queremos con estas tradiciones es que el país supere esta situación de rechazo, injusticia y exclusión contra el pueblo afro”.

Después de darle la vuelta al pueblo, la fiesta termina precisamente en la tarima principal, donde un colorido pesebre espera al pequeño Mesías afro. Luego se prende de nuevo la fiesta, pero lo que suena es la Chirimía, las Jugas y los ritmos tradicionales. Lo que más asombra es ver a los más pequeñitos, de apenas dos años, bailando como expertos ese ritmo tan antiguo como los parajes verdes de Quinamayó. “Esto no se puede describir. Yo escucho una Juga y es como si un corrientazo me cogiera todo el cuerpo”, se anima a dar una explicación Arley Rodríguez, el profesor de música del pueblo y quien tiene la misión de transmitir la pasión por este ritmo tradicional a los niños y jóvenes. Reconoce que el reggaeton y el vallenato son fuertes contendores, pero rápidamente él mismo se responde que por eso en la escuela comienzan las enseñanzas para no dejar morir la Juga.

Mientras tanto, la emoción supera a Mirna y advierte a manera de reflexión que si los niños se contagian de la fiesta, la tradición está salvada. Ahora el pueblo tiene un nuevo sueño: convertir las fiestas de adoración al Niño Jesús de Quinamayó en patrimonio cultural de la humanidad. Mirna dice que tal vez ella no vea materializado ese sueño, pero no le importa porque mientras los niños mantengan la fiesta el legado está a salvo.

Fuente: https://semanarural.com