La santería cubana pide respeto a la diversidad de pensamiento en Cuba para 2022

Vestidos de blanco y al son de los tambores predicen un año de esperanza, aunque también prevén un peligro de complot, violencia en las relaciones, enfermedades y riesgos por las multitudes.

Además piden «respeto a la diversidad» de pensamiento para «lograr una convivencia armónica» en la isla, aunque sin hacer referencia a las históricas protestas del pasado 11 de julio que dejaron un muerto, decenas de heridos y más de 1.300 detenidos. El país vive su peor crisis económica en casi 30 años con una grave escasez de alimentos y medicinas.

Una «tumba fría» muy preocupante…

Victor Betancourt, babalao, miembro de la Comisión de la Carta del Año no ve una catástrofe como tal, pero sí un incremento de las muertes. Ve el signo de la «tumba fría» como algo preocupante…

La santería, que mezcla el catolicismo con la fe tradicional africana yoruba, es seguida por muchas personas en Cuba, donde casi un tercio de los 11,2 millones de habitantes son afrodescendientes.

Obatalá regirá el 2022

El año 2022 estará gobernado por el orisha Obatalá, creador de la Tierra y de los pensamientos, que en la sincretización cultural es identificado con la Virgen de las Mercedes.

Los babalaos, o sacerdotes de la religión lukumí escriben las «predicciones de Ifá», en una gacetilla conocida como la «Letra del Año», una tradición con casi 200 años en Cuba.

Fuente: Euronews

Santa Bárbara, su historia y por qué se celebra

Cada 4 de diciembre, creyentes cristianos o no festejan a la santa católica y a Changó, que aunque es un santo de origen yoruba, los esclavizados africanos  lo incorporaron al altar católico para realizar sus ritos.

Santa Bárbara nació a principios del siglo III (DC), en Nicomedia, una ciudad ubicada cerca del mar Mármara. El tirano rey Dióscoro, padre de la santa fue quien la llevó al suplicio y a la muerte, dado que su hija era devota cristiana.

Al enterarse de la fe de su hija, Dióscoro la encerró en un castillo. Allí Bárbara mandó a construir tres ventanas para simbolizar a la Santísima Trinidad. su padre se entera del significado de estas ventanas, se enfada. El padre la obligó a casarse, pero Bárbara se opuso al matrimonio y le dijo a su progenitor que elegía a Cristo como su esposo. Tras el hecho el padre de la mujer quiso matarla, pero Bárbara huyó del lugar y se refugia en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino. El cruel padre decide torturarla.

Las torturas, autorizadas y dirigidas por su padre, las sufrió atada a un potro. Fue desgarrada con rastrillos de metal y colocada en un lecho con trozos de cerámica para que se hiriera. A la mujer católica la quemaron con hierro al fuego y por ultimo, un juez quien sentenció hacerla ejecutar.

Bárbara fue condenada a la pena capital. Su propio padre fue el encargado de decapitarla en la cima de una montaña el 4 de diciembre de hace más de mil años.

Vínculo con Changó

Es común ver en las celebraciones a Santa Bárbara, en Venezuela, altares donde se ve a la santa acompañada de Changó, un oricha de la religión yoruba. Los esclavos africanos que llegaron a Cuba fueron los encargados de hacer el vínculo entre la santa católica y el oricha africano.

Aunque a los católicos prefieren que no se vincule a Santa Bárbara con la santería, en el siglo XVI los esclavizados africanos que llegaron a tierras cubanas para trabajar en las plantaciones de caña no podían manifestar sus creencias de forma pública y fue por eso que presentaban a sus orichas por santos católicos.

Changó, que en muchos altares está al lado de Santa Bárbara, es considerado por los creyentes en la religión Yoruba como el dios del trueno, del rayo, del fuego, la guerra, la danza, de toda la música y de la belleza masculina; patrón de las tempestades, adorado, temido y deseado por todos.

Mientras que en las imágenes que veneran los católicos Santa Bárbara aparece con la espada con la cual fue decapitada, razón por la que se relaciona con la guerra: Los historiadores dicen que ese símbolo es reflejo de fe inquebrantable.

A la santa católica se le asocia con el color rojo, que representa la sangre de cristo. Santa Barbara porta un cáliz que tiene como significado su conversión al catolicismo y un rayo que presuntamente cayó durante su martirio, por esto a la santa se le vincula con los explosivos y la patrona del arma de artillería.

Tambores y festejos

En Venezuela, varias poblaciones llevan su nombre. Santa Bárbara es la Santa patrona de Guaraque, en el sur del estado Mérida y de la población de Rubio, en el estado Táchira. También llevan las ciudades de Santa Bárbara de Barinas y Santa Bárbara del Zulia, cercana al Relámpago del Catatumbo del lago de Maracaibo, al igual que otros pueblos de la geografía nacional.

Los devotos a Santa Bárbara conmemoran la muerte de la Santa como si de una fiesta se tratase. Es común ver altares llenos de velas y velones rojos, acompañados por las imágenes de la santa y copas de vino.

En esos altares también se le ofrende alimentos como tortas, cambures, manzanas, mandarinas y otras frutas de la época.

Los santeros e integrantes de la religión yoruba comienzan las fiestas desde las 12:00 A.M. del 4 de diciembre. Donde haya una fiesta de Santa Bárbara se escucharán los cohetes y tambores para celebrar a la santa que prefirió morir  por su fe.

Imagen de Santa Barbara

En las imágenes cristianas a lo largo de la historia, se representa a Santa Bárbara como una joven y bella mujer, acompañada casi siempre por los siguientes atributos:

– Con una túnica o manto de color rojo intenso.
– Una torre con tres ventanas, que significa el refugio de la fe en la Santísima Trinidad.
– La espada con la cual fue decapitada, que es un símbolo de fuerza y de fe inquebrantable.
– Un cáliz en su mano con el Santísimo Sacramento, que significa su conversión al catolicismo.
– El rayo que cayó en su martirio.
– Una rama de olivo entre sus manos, representando el martirio.
– En ocasiones junto a bloques de piedra, que representan una peña en la montaña, a donde huyó y fue atrapada.

Santa Bárbara es una de los 14 santos auxiliadores de la Iglesia Católica, llamados así porque sus fieles afirman que son prestos a escuchar las oraciones e interceder prontamente.

Oración a Santa Barbara

Santa Bárbara, virgen bendita, grandiosa de inmenso poder, Dios te acompañe, y tú a mí por el camino del bien.
Con tu espada vencedora líbrame del mal, de la injusticia, de la envidia y de los malos ojos.
Con el poder del rayo protégeme de mis enemigos, glorifica la boca de fuego de mi cañón y permite que salga victorioso.
Con el cáliz de tu copa y el vino mantén la fuerza de mi cuerpo y espíritu para la dura lucha y el combate.
A mis manzanas y margaritas recíbelas como ofrenda de que te tengo siempre presente en mi pensamiento y en mi hogar, y te ruego no me abandones nunca y acudas a mi cada vez que te reclame para defender mi fe, mi tierra, mi familia y mis luchas; y que al final me lleves siempre a la gloria como tú.
Amén.

«Al compás de la tumba francesa»

Es el “minuet” y el “rigodón”, entre otros bailes de la aristocracia francesa, transfigurados por los instrumentos de origen africano y pasados por el ardiente ritmo de la sangre cubana.


Cuando llegues a Guantánamo, busca La Loma del Chivo. Literalmente le dio nombre una elevación donde pastaban los cabritos, pero su verdadera esencia se la concedió el ritmo. El amplio barrio, de más de siete mil habitantes donde se mezcla la africanía en Cuba, conserva la tradición de la Tumba francesa, la rumba de cajón, la conga, el son  y el changüí.

En sus predios nacieron dos grandes músicos: Chito Latamblé y Elio Revé y aunque cada una de sus relevantes tradiciones musicales lo merecen, sólo una, La Tumba francesa, fue declarada Primera Obra Maestra Cubana del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO, como una de las expresiones músico danzarias más antiguas y trascendentales de la cultura cubana y universal.

Tradicionalmente, La Loma del Chivo ha sido uno de los barrios más ricos de la cultura guantanamera, donde las costumbres de la emigración franco haitiano y anglófona, enriquecieron su cultura popular. Así se expresa tanto en sus bailes, la música y costumbres alimentarías. No faltan las prácticas de todos los rituales: brujería, santería, espiritismo, como parte del carácter espiritual e histórico de las familias.

Origen

La ola migratoria de la Revolución Haitiana, escurrió sus aguas en Cuba. Con este primer grupo de inmigrantes se estableció un puente cultural con la llegada -en grandes proporciones- de braceros haitianos en los primeros treinta años del siglo XX, hacia la parte geográficamente más próxima, la oriental de la mayor de las Antillas.

Aunque para ser exactos, hubo dos momentos importantes en el proceso migratorio: el primero fue a finales del siglo XVIII, tras desencadenarse en Haití una Revolución encabezada por Toussaint L´Ouverture, el segundo aparece en el siglo pasado, por la necesidad de brazos para las plantaciones cañeras.

Llegaron con sus amos, quienes solicitaron el derecho de ciudadanía, para establecerse primero en la franja montañosa de la Sierra Maestra y la cordillera de Nipe-Sagua-Baracoa, actuales territorios de Santiago, Holguín y Guantánamo, este último en el extremo más oriental de Cuba.

En la más importante, la primera oleada, los emigrantes traían consigo experiencias en el manejo de cafetales e ingenios de azúcar, que proporcionó un beneficio económico y cultural para la región. Ello sucede, no sin la extrema vigilancia de los gobernantes españoles, para resguardar a Cuba de todo contagio revolucionario. No fue sino hacia finales del año 1791 cuando aparecieron en el puerto de Baracoa los primeros refugiados conocidos.

Atraídos también por la sacarocracia habanera que, como se sabe, había decidido eliminar al Saint-Domingue francés del mercado mundial del azúcar, igualmente llegaron a Cuba -entre 1795 y 1798- importantes contingentes de técnicos, cuadros de plantación, hacendados, administradores, mayorales y artesanos de varios oficios, vinculados a la producción azucarera y cafetalera, que se desparramaron por la isla, buscando ser la emigración útil.

A la par lo hicieron nuevos refugiados -civiles y militares- colonos anglófonos, miles de colonos franceses y españoles, necesitados de huir cuando se produjo la invasión de la parte oriental de Saint-Domingue por Toussaint-Louverture en 1801. Tanto La Habana y Matanzas en el oeste de Cuba, como Trinidad y Puerto Príncipe en el centro, y con mayor razón -por la proximidad- Santiago de Cuba y Guantánamo, ofrecieron un seguro asilo a todos.

Se cuenta además el recalo del derrotado cuerpo expedicionario francés a lo largo del año 1803, con la evacuación de miles de supervivientes de la tormenta y persecución inglesa en el mar. Cuba será el refugio obligado para todos ellos.

Según refiere el Centro de Estudios y de Investigaciones Caribeñas, en carta del gobernador de la parte oriental de Cuba, Sebastián Kindelán, fechada el 31 de diciembre de 1803, señalaba que en los dos últimos meses del mismo año, habían desembarcado por el puerto de Santiago de Cuba un total de 18.213 personas exactamente, a las que se debe agregar un sinnúmero de soldados y oficiales desbandados. Lo que continuó ocurriendo varios años siguientes, después de la proclamación de la independencia de Haití.

Durante los 15 años de conflicto, miles de supervivientes se habían trasladado a Cuba. Algunos refieren que 30.000 refugiados -unos sólo usaron a Cuba como retiro temporal-, además de colonos blancos, grupo de mulatos y negros franceses libres o esclavos.

La gran mayoría de los franceses, o sea más de 9.000 personas, se encontraban en la zona oriental. En Baracoa, por ejemplo, alcanzaban un 30% de la población, con 1.700 personas. La historia refiere la marcada tendencia a establecer relaciones matrimoniales, entre franceses y cubanas.

Convencidas de la utilidad de esa emigración, las autoridades españolas permitieron la inserción de los refugiados franceses. Junto a los ricos hacendados, que habían podido traer consigo a sus esclavos, vino gente de escasos recursos, experimentados en las artes mecánicas, el desarrollo artesanal y agrícola.

Los dueños de cafetales fueron los más numerosos. De esta manera, la presencia francesa fue significativa en el despegue de la economía de plantación cubana. Cuentan, 115 cafetales franceses en toda la extensión al este y al sur de La Habana, un número superior a los 200 en los alrededores de Santiago de Cuba y Guantánamo. Incluso en el centro de la isla de tradición ganadera, los franceses fundaron en poco tiempo,  no menos de 20 cafetales.

Algunos refugiados se vieron en la necesidad de firmar contratos con propietarios cubanos o formar sociedades entre sí, para dar curso a sus proyectos. La más famosa de aquellas fue la hizo el francés Louis de Bellegarde, quien compró en 1803, las tierras del hato Santa Catalina, cuyo fomento dio origen a la ciudad de Guantánamo.

En el año 1819, José María Cienfuegos Jovellanos, Capitán General de la Isla de Cuba, envió a un ingeniero del Ejército Español, el coronel Pió de la Cruz, a estudiar la región para la fundación del pueblo. En el informe expresa su admiración por el “Saltadero”, debido a los encantos geográficos, ingenios, cafetales, cultivos y otros puntos con peso en la economía local como las áreas ganaderas. Así propone la creación del nuevo poblado con centro demográfico en “Saltadero”, punto del antiguo hato de Santa Catalina que había sido comprado por los franceses en 1802.

De Haití a Guantánamo

Donde se afincaron los franceses, la producción cafetalera se incrementó rápidamente gracias a la aplicación de la tecnología avanzada que éstos poseían y a la explotación férrea a la que sometían a la mano de obra esclava, lo que dio lugar al cimarronaje en las zonas montañosas aledañas a los cafetales franceses en el oriente cubano. Los esclavos rebeldes y fugitivos, llevaban una vida de libertad en rincones apartados conocidos como palenques o quilombos.

La relación que se estableció entre ambas islas en el siglo XVIII, no fue solo para dar refugio a los enemigos de la abolición de la esclavitud en Haití o servir de auxilio económico las tropas francesas; fue también un vínculo de hermandad a través del cual Toussaint- Louverture, líder del movimiento de liberación, pretendía liberar a los esclavos de la isla de Cuba.

La intensión no se concretó en ese momento, aunque sirvió de ejemplo a la nación cubana. En los estudios del notable antropólogo cubano Don Fernando Ortiz, señala que es posible nombrar el siglo XVIII como “un siglo de migraciones haitianas hacia Cuba”.

Coincide Ortiz, en que fueron dos grandes movimientos migratorios: uno en 1791 fruto de la Revolución haitiana y un segundo en el siglo XX, movidos por la demanda de fuerza de trabajo para las plantaciones de caña de azúcar y el cultivo de café y algodón, muchos haitianos se dirigieron hacia la mayor de las Antillas.

En el siglo XX, la migración de haitianos persistió y de 1902 a 1913 llegaron a Cuba alrededor de 190 000 haitianos y entre 1913 y 1930 un aproximado de 500 000. Casi todos se asentaron en Guantánamo y Santiago de Cuba, y constituían el 40 % del total de emigrantes que arribaron a las costas cubanas en ese período.

La tumba Francesa

El toque del tambor te hace seguir el compás. Aun hoy, los abuelos son negros de piel, cantando en creole y español con sonrisa amplia. Vestidos con refinamiento, mostrando reverencias y movimientos propios de una danza de Palacio.

Desde su llegada a Cuba, el comportamiento de blancos y mulatos pobres de Haití, imitaba durante sus fiestas a las elegantes maneras de la corte de Versalles, de las cuales eran participes los esclavos.

Entre el criollo haitiano y el “patois cubano”, quedó establecida hasta ahora la interrelación del idioma. Entonces, en las montañas orientales, los esclavos asumieron el creole o el francés -y no el español- como lengua de comunicación.

Les impusieron el comportamiento social y cultural de sus amos, que poco tenían que ver con España. La influencia gala, formó parte de sus modelos de vestir, comer, apreciar las artes, relacionarse entre sí. La “asimilación” de estas, da lugar a las llamadas Sociedades de Tumba francesa – aparente recreo y ayuda mutua- y todo un símbolo de tenaz resistencia de un grupo poblacional de origen africano, que ostentaba el apelativo de “francés”.

En Guantánamo existieron más de doce “Tumbas francesas”, localizadas no sólo en la ciudad, sino también en algunas zonas rurales. Resaltan: San Juan Bautista, La Caridad, San José de la Cidra, Las Mercedes (Yateras), San Miguel (Argeo Martínez), El Bayameso de la Caridad (Yateras), Santa Isabel (Honduras), San Antonio Redó (Manuel Tames) y hubo otras en Casimba Abajo y Cigual.

Los cantos de la Tumba francesa Pompadour-Santa Catalina de Ricci, en Guantánamo, adoptan diferentes matices de acuerdo con la ocasión. De remembranza, épicos, humorísticos y dedicados a los santos, con profundo sentimiento. Son rituales cantados que provocan la atención del público, mientras la música es la compañía de la poesía que transmite el composé.

La investigación científica, «Análisis de los cantos en tumba francesa de Guantánamo», propone un análisis de los textos cantados de la Tumba francesa Pompadour Santa Catalina de Ricci, para determinar su funcionabilidad y proyección social.

Así se conoce que hay cantos para resumir encuentros entre las tumbas y llamados a la faena, la recogida de café: «Campeón de Oriente» (Ernestina Lamothe), «Champyon Oriente» (Ibraín Baqué), «Gran Anivèrse» (Emiliano Castillo) y «An nou ranmase kafe» (Vamos a recoger café). Este último convoca a los vasallos -término utilizado en la sociedad por la diferenciación de rangos- para recoger café en San Fernando, Baracoa y Caimanera.

En los textos de sus evocaciones, resalta la función social indiscutible que tienen las lenguas. Precisamente por ello, los miembros de la Sociedad Pompadour, evocan los años en que eran cantados sólo en creole y éste era utilizado en conversaciones comunes.

Enseñanza

Así era transmitido de generación en generación, en los cafetales donde trabajaban los haitianos, africanos y sus descendientes nacidos en Cuba, cantados en “lengua materna” durante la recogida del grano, lo que posibilitaba que no se perdiera la tradición.

Aunque para los más jóvenes es lengua muerta y quizá les resulta difícil entender algunos de los cantos -mezclas entre el español y el patois- la reina, Justina Ofelia Jarrosay insistió en la necesidad de la enseñanza y la transmisión del creole.

En las fiestas, el creole no impide la comunicación, afirmaba. Para su rescate, se realizan talleres por parte de la directiva de la sociedad y de la Unesco. Los jóvenes reciben entrenamiento en el arte de la improvisación vocal, la ejecución de ritmos musicales de la tumba y la actualización de sus temas.

“La Sociedad constituye un fenómeno cultural, que atrae por sus cantos, bailes, toques y vestimenta. Por lo que sus integrantes deben dominar todo lo que en ella acontece, para un mejor desenvolvimiento durante las fiestas”, confirmaba Emiliano Castillo -(Chichi)- miembro de la Tumba francesa Pompadour, enfatizando que no se pueden ver los cantos por separado de todo el movimiento cultural.

Aunque algunos jóvenes no dominan la lengua originaria, sí los movimientos, gestos y toques. Cada uno lleva el paso, eso que alguien llama, una imitación burlesca de los bailes franceses. Todo es válido de recrear, a partir de los conocimientos tradicionales. Aun es fuerte la presencia de términos en creole en sus cantos y en el baile, llamado de salón.

Estudiado por el Consejo de las Casas de Cultura en Cuba, refieren que en la Tumba Francesa se baila el “masón”, el “yubá” y el “fronté”.

El “masón” es un baile de pareja que imita al de los amos, uno comienza a cantar una alabanza al “masón”, mientras un coro de mujeres lo secunda con el estribillo.

El composé, canta y compone, organiza el coro y avisa al “catá”. Este indica que comienza la música, mientras los bailarines se emparejan con evoluciones. Puedes ver entonces, el señorial paseo en filas, cadenas en espiral, ruedas al centro y cambios a la señal de un silbato.

Para el “yubá”, a diferencia de la participación de las parejas, se incluyen bailadores individuales que danzan en el centro. El resto aclama en círculo, mientras un bailarín desde el mismo medio, establece una controversia con la tumba principal o “premier”.

Ahí viene el “fronté”, el clímax. Los bailadores siguen el paso, al compás de los tambores que no cesan de tocar. El ritmo ascendente, es adornado con la evolución de los bailarines, mientras atan sus pañuelos al pecho del bailador. El colorido lienzo pasa del hombro a la cintura, como caricia a través del cuello y el antebrazo. Es su modo de desearle éxito en reverencia.

El cuerpo recto de los bailarines, muestra una hidalguía inusual en cualquier otra representación. La cabeza se mueve a un lado y a otro, sincronizada con los pies. Esbeltos, envuelven con el ritmo y la elegancia, la herencia que los trajo aquí.

Es el “minuet” y el “rigodón”, entre otros bailes de la aristocracia francesa, transfigurados por los instrumentos de origen africano y pasados por el ardiente ritmo de la sangre cubana.

La Tumba Francesa “Santa Catalina de Ricci” surge en honor a la patrona de la ciudad de Guantánamo, el 30 de diciembre de 1905, en la legendaria “Loma del Chivo”. La Asociación Cultural, fue merecedora además, de la Beca de la Cultura Popular Tradicional de Cuba, honor y bien material que conserva el patrimonio cultural intangible y la memoria histórica.

Fuente: Telesur

Demando mi libertad. Mujeres negras y sus estrategias de resistencia en la Nueva Granada, Venezuela y Cuba, 1700-1800

«En los relatos que constituye el libro Demando mi Libertad se rescata la voz de varias mujeres que a través de los tiempos nos trasmiten un objetivo común: defender su derecho de ser parte, en igualdad de condiciones, de una sociedad que se había construido sobre una fórmula de exclusión que racializaba las relaciones de género. En este sentido, los temas que aquí se tratan si bien se inspiran en la lectura de estas historias, reflejan problemas y temas de la mayor actualidad en el contexto de unas sociedades que, a pesar de las transformaciones políticas que las convirtieron en naciones independientes, siguen afincadas en la misma fórmula de exclusión de intensa raigambre colonial.»

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Fiesta de la africanidad en Cuba

Foto: Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana

El 6 de enero del año 1986, Día de los Reyes Magos, abre por primera vez sus puertas la Casa de África, para brindar a los visitantes una vasta visión del continente africano a través de su colección etnográfica. Esta fecha no es escogida por casualidad, sino responde a que en este día en el siglo XIX, aprovechando las festividades del Día de los Reyes Magos de la religión cristiana, en la que los esclavos no trabajaban, los africanos y sus descendientes llegaban de extramuros, provocando en los visitantes y observadores de la época, una imagen distinta del cruel proceso de la esclavitud.

A partir del año 1996 como parte del décimo aniversario de la Casa de África, surge la idea de crear un espacio donde se analizaran temas de antropología social y cultural, que comenzará con el recorrido por algunas calles de la ciudad del cabildo afrocubano, nombre que dio Fernando Ortiz a estas fiestas de la africanidad popular. En este espectáculo cultural las calles de la antigua villa de San Cristóbal de La Habana y sus principales plazas se llenan de música, danza, teatro y se ven representadas las diferentes religiones de origen africano.

Esta gran fiesta de la africanidad es ya una tradición y la salida del cabildo Día de Reyes Afrocubanos comienza a ser parte de las actividades esperadas a inicios de año por los habitantes de la localidad. Así se recuerda de una forma «espontánea aquel acontecimiento que en el siglo XIX hizo ver a la villa de San Cristóbal de la Habana» diferente, y que aún perdura en la memoria de sus habitantes, como algo que aunque «nunca conocieron», saben que existió y que forma parte de esa importante resistencia cultural africana. Tal tradición ha llegado hasta nuestros días gracias a que la Casa de África la ha incluido entre sus proyectos socioculturales.

Es también el cabildo uno de los momentos más esperados del taller de antropología social y cultural Entre cubanos que llega este año a su decimoquinta edición. Con el objetivo de rendir homenaje al padre de la antropología cultural en Cuba, Don Fernando Ortiz en el aniversario 130 de su natalicio, el encuentro propicia un espacio para profundizar en el estudio de su gran obra, además de crear un lugar de reflexión donde los africanistas pueden exponer sus investigaciones sobre el continente africano y los procesos transculturales, estimular el análisis de la temática africanista, contactar el avance en los estudios del tema y la revisión de las principales temáticas concernientes al mundo y a la identidad de origen africano bajo la impronta de las corrientes de globalización, en este año dedicado por la UNESCO a los afrodescendientes.

Desde sus inicios, el taller ha analizado temas relacionados con los procesos de resistencia y cimarronaje, la cultura, identidad y otredad, la oralidad, la arqueología, las vertientes de religiosidad popular y confraternidad de origen africano, África y su diáspora, el papel del museo en trabajo con las comunidades en el rescate de tradiciones y la Antropología visual.

Por: MSc. Alberto Granado