Joseph Chatoyer (Satuyé), Liberador de San Vicent y Las Granadinas

La firma del Tratado de París de 1763 otorgó a Inglaterra la posesión de la isla de San Vicente, pero hasta 1773 los ingleses no pudieron tomar su posesión ante la tenaz oposición de los Caribes Negros que produjeron la «Primera Guerra del Caribe». Por el tratado de paz de 1773, los Garífuna se establecieron en la mitad norte de la isla y los ingleses les autorizaron el libre comercio y la pesca, según las leyes de la Corona.

En 1776 con el apoyo de Francia, las Trece Colonias inglesas de Norteamérica redactan su Declaración de Independencia, la situación permite a los pobladores de San Vicente -con ayuda francesa- recuperar el control de la isla. En el Tratado de París de 1783, el Reino Unido reconoce la Independencia de Estados Unidos de América, pero recupera la posesión de San Vicente.

Con James Seton como Gobernador y una numerosa tropa al mando del general Ralph Abercromby, los ingleses están decididos a tomar el control total de la isla.

Chatoyer comanda la resistencia dando lugar a la «Segunda Guerra del Caribe», llamada por los ingleses «Guerra de los Bandidos». Cuenta con la ayuda de Du Valle, su medio hermano, importante jefe garífuna, militar implacable, que había tenido el control de Kingstown y Dorsetshire Hill y de un grupo de franceses inspirados en los ideales de la Revolución que sacudían a su país.

Pese a la superioridad de militar inglesa, los nativos de San Vicente mantenían una lucha heroica. Chatoyer era un guerrero excepcional con cualidades de liderazgo. Se lo respetaba tanto por otros líderes caribes como por los europeos que contra él luchaban.

Chatoyer se reunió con sus seguidores franceses en Chateaubelair, para dirigirse a Dorsetshire Hill, desde donde las fuerzas conjuntas iban a lanzar el ataque a Kingstown.

El 14 de marzo de 1795 un batallón británico llega a Dorsetshire Hill, esa noche muere Chatoyer. Existen varias versiones de lo sucedido:

 • Murió en combate.

 • Pierde el duelo con el mayor Alexander Leight, quien era experto en esgrima.

 • Fallece en una emboscada cuando concurría a negociar.

Se cuenta que Satuyé poseía un amuleto que le otorgaba poderes por lo que ningún mortal podía acabar con su vida, y que ese día Barauda -su esposa principal- lo había escondido para que su marido cesara en sus combates.

Como fuera, la muerte de Chatoyer produjo el retiro de los franceses y un vuelco en el curso de la guerra. Los Garífuna continúan la lucha bajo el liderazgo de Du Valle hasta rendirse en 1796. Los vencedores desterraron a los garífunas a la inhóspita isla Baliceaux donde la mitad murió. Al año siguiente, los sobrevivientes fueron enviados a la isla de Roatán frente a las costas de Honduras.

Joseph Chatoyer (Satuyé) es considerado héroe por los garífunas, símbolo de su resistencia a la colonización Europea.

Gulisi, una de sus hijas, luego de una accidentada travesía por el Caribe, logró establecerse con su numerosa familia -13 hijos- en el sur de Belice. Un museo en Dangriga lleva su nombre.

Tomado de: https://pueblosoriginarios.com/biografias/satuye.html


Chimbángueles a San Benito en el Sur del Lago

Una producción de La Huella Indeleble

Chimbangles, Sur del Lago de Maracaibo

Los rituales a San Benito de Palermo, se registran en los pueblos del Sur del Lago de Maracaibo desde hace más de 300 años, su complejidad musical y su rico entramado organizativo hacen de los Chimbángueles una de las manifestaciones más emblemáticas de la herencia cultural afrovenezolana en el occidente del país, movilizando a devotos, promeseros, vasallos, locales y visitantes al ritmo de tambores, flautas y maracas en una impresionante fiesta colectiva.


La Huella Indeleble Producciones. Venezuela 2014

Meyby Ugueto Ponce encarna historias de mujeres negras que fueron esclavizadas

Melby Ugueto Ponce. Perfil. FOTO: Franklin Perozo
Melby Ugueto Ponce. FOTO: Franklin Perozo

Ella está y crea en un espacio donde transitan la afrodiáspora, la danza y la investigación. La jovencita de La Trapatiesta, el Grupo de Danza y Música Popular Tradicional creado en los 90, en la Universidad Central de Venezuela (UCV) ahora es la directora artística del montaje “Memorias Danzadas. Voces Ancestrales de Mujeres Negras” que recrea historias y sentires de las mujeres esclavizadas del siglo XVIII.

Meyby Soraya Ugueto Ponce nació en la parroquia San Juan, en la Maternidad Concepción Palacios, en Caracas, el 17 de abril de 1977. Es la nieta de Ana Santiaga Ponce, oriunda de Curiepe. Meyby es descendiente de este pueblo fundado por negros libres y desde allí parte su investigación, activismo, creación, danza y arte.

A la investigadora afrovenezolana le interesan las poblaciones afrodiaspóricas. Se pregunta cómo el arte puede ser una vía de reflexión-transformación de los imaginarios que se tienen de la diáspora afro y de qué manera el arte puede contribuir a erradicar el racismo y el endorracismo en las sociedades.

La niña de Zaida Ponce, la sobrina mimada de Nuris Ponce, la mamá de Ismael, desarrolla su línea de investigación: “Imaginarios, discursos y subjetividades entre arte, cultura y poder en poblaciones afrodiaspóricas” en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

Meyby Ugueto (IG: @curiepelasabana) dialogó sobre su montaje, su activismo antirracista, su creación transformadora y sus sueños.

Curiepe es la fuente de casi todo lo que hago. Un pueblo fundado por negros libres
¿De dónde viene su investigación, artivismo y creación afro/negra?

Curiepe es la fuente de casi todo lo que hago. La fuerza cultural de este pueblo fundado por negros libres, traducida inicialmente por mi abuela, mi tía y mi mamá han sido la base de todo mi trabajo. Cada una, a su manera, me enseñó el orgullo de ser negra y la reivindicación de esta condición, sobre todo ante las acciones racistas que aparecen cotidianamente.

Mi papá también fue vital, con una orientación clara de izquierda, me ayudó a que concientizara estos momentos violentos de discriminación. Al salir de la Escuela de Psicología de la UCV me di cuenta que no podía responder a preguntas estructurales sobre las poblaciones negras en Venezuela, desde el universalismo que predominaba en la formación sobre “el hombre y su psique”, así que me fui a hacer un Doctorado en el IVIC y centré mi estudio en Curiepe.

En el área artística debo decir que la experiencia en la Agrupación de danza y música popular tradicional venezolana La Trapatiesta en la UCV, durante los años de estudio en psicología fue neurálgica. Una escuela en todo el sentido de la palabra, donde pude recorrer el país desde la mirada del movimiento, de la danza y la música. Comprender la riqueza gestual venezolana y en especial la afrovenezolana fue un privilegio.

Dentro del proceso de formación de la Trapatiesta, que fue muy rico, variado y heterogéneo, conocimos la danza contemporánea de expresión africana de la mano de Carmen Ortiz. Esto, sin duda, marcó mi manera de ver y aproximarme a la danza fuera del ámbito tradicional. Aunque era muy difícil para mí, y aún sigue siéndolo, sentía muchas conexiones afectivas y expresivas que disfruté aprender. Hoy todo eso y más, aparece muy fuerte, como una necesidad expresiva, con miras a experimentarlo como lenguaje para contar historias de la diáspora afro.

¿Cómo llega a la literatura afrocaribeña?

Recuerdo los años de mi investigación doctoral sobre el caso Curiepe desde documentos de primera y segunda fuente. En especial, el libro del historiador Lucas Guillermo Castillo Lara, quien hace, a mi juicio, un excelente estudio de actores, un abordaje antropológico del hecho histórico más allá de la descripción cronológica de los acontecimientos. En ese recorrido, yo no podía creer que estábamos ganando los negros, que la fundación del pueblo de Curiepe iba a ser un hecho por parte de Juan del Rosario Blanco y sus compañeros. Es decir, esa historia no se parecía en nada a la de pasividad que una aprende en la escuela y que desde luego ni se habla en la universidad.

Luego, Franklin Perozo, mi esposo, quien siempre me acompaña y estimula en mis proyectos, me regaló el libro de Ana Teresa Torres, “Doña Inés contra el Olvido”, novela que ficciona este hecho fundacional, pero, visto desde la mirada y el sentir de la mantuana a quién las y los ancestros de los curieperos actuales, le quitan lo que ella considera sus tierras. Fue una forma maravillosa de comprender la violencia patriarcal y la condición étnico-racial funcionando en dos vertientes distintas, mujeres blancas y mujeres negras, oprimidas de formas diferentes, pero de forma jerarquizada. Este fue el encuentro con un género que me apasionó desde ese primer momento, la novela intrahistórica y autobiográfica afrocaribeña. Después siguió Michel Ascencio, Maryse Condé, Tony Morrinson y Fabienne Kanor.

¿Cómo llega a investigar los momentos de las mujeres africanas traídas a América? ¿De dónde viene todo este proyecto?

Viene de la docencia y de la danza al mismo tiempo, conjugado a través de una estudiante de posgrado en historia y también bailarina, quien conocía de mi trabajo tanto académico como artístico. Natasha García Riveiro (@lascosasqueguardo) es la responsable de mi inclinación hacia la perspectiva de género de mi trabajo, que había estado hasta ese momento centrado en los procesos de búsqueda, recuperación y mantenimiento de la libertad de poblaciones afrodescendientes en general. Natasha acude al IVIC con la pregunta sobre la posibilidad de encontrar evidencia documental y etnográfica sobre procedimientos de reproducción coercitiva de mujeres esclavizadas en el siglo XVIII. Sus indagaciones previas en el Pueblo de la Sabana, uno de mis pueblos vientre, le conducían al ahora Estado La Guaira, porque según algunos testimonios que había logrado recopilar de abuelas del pueblo, pudo haber existido un lugar con esa función durante la época colonial allí en la costa.

Eso nos llevó a una serie de actividades, entre ellas búsquedas de autoras venezolanas que abordaran el estudio de la esclavitud femenina como Inés Quintero, Dora Dávila Mendoza y Evelyne Laurent-Perrault. También participamos en un simposio para analizar la exposición denominada “Retratos Creoles III” de la Barbadense-Canadiense Joscelyn Gadner. Eso fue en el contexto de la II Bienal del Sur de Caracas en 2017, donde conversamos también con Casimira Monasterio, diputada afro, especialista en estética, sobre la narrativa plástica que Gadner desarrolla sobre la esclavitud y la resistencia de mujeres, alrededor de la interrupción del embarazo.

Memorias Danzadas nos introduce en el mundo sensible de mujeres esclavizadas en el siglo XVIII
¿De qué se trata la pieza Memorias Danzadas? ¿Es teatro? ¿Es danza? ¿Es danza y teatro a la vez?

Debo partir de mi experiencia. En La Trapatiesta siempre aprendimos a indagar y a buscar los elementos necesarios para poder decir, lo que los coreógrafos necesitaban expresar y lo que la tradición ameritaba. Recuerdo procesos intensos donde aprendimos diferentes técnicas de danza y de otras disciplinas, como el yoga, danza contemporánea, danza contemporánea de expresión africana, danzas afroperuanas, la técnica de Jerzy Grotowski, dicción, entrenamiento físico de alto nivel, canto, ejecución de instrumentos de percusión afrovenezolana, percusión afrolatina, instrumentos melódicos como el cuatro, etc.

Recuerdo las salidas de campo donde participamos en la construcción de los altares de los santos a las comunidades donde íbamos, la confección de la Cruz de mayo, las máscaras de La Zaragoza, etc. En fin, en La Trapatiesta nos enseñaron a pensarnos como artistas integrales. Memorias Danzadas es un fruto de La Trapatiesta. Es por eso que no sólo se basó en la danza, sino que echó mano de la palabra, la poesía, la improvisación, la pintura y el bordado, para introducirnos en el mundo sensible de mujeres que estuvieron sometidas a la sujeción durante el siglo XVIII.

FOTO: Franklin Perozo: Más ensayos y más historias
FOTO: Franklin Perozo: Más ensayos y más historias

¿Cuáles son las referencias teóricas y literarias que toma la pieza Memorias Danzadas?

Yo concibo este trabajo como un proceso largo, profundo, académico y personal, no sólo para mí como directora sino para las y los intérpretes. Tiene además un interés claro hacia combatir el racismo y endorracismo desde la implicación misma del elenco en el estudio de la esclavitud femenina. Eso nos hizo revisar literatura antropológica sobre la trata trasatlántica, sobre los procesos de resistencia y de reconstrucción cultural afrodiaspórica. Puedo nombrar a Edouard Glissant, Federico Brito Figueroa, Miguel Acosta Saignes; etc.

Revisamos textos sobre la esclavitud femenina, casos de resistencia agenciados por estas mujeres desde suicidios, homicidios, rebeliones, petición de derechos, aborto, huidas, etc. Inés Quintero, Dora Dávila Mendoza, y Evelyne Laurent-Perrault fueron nuestras primeras referencias en este punto.

Pero también revisamos estos temas desde la mirada artística, no sólo literaria, lo hicimos desde el discurso plástico de Joscelyn Gadner; desde los grabados del siglo XVIII que existen; desde el discurso cinematográfico de Luis Alberto Lamata con “Azú”; “La última Cena” de Tomás Gutierrez Alea; “Amistad” de Steven Spielberg. La música de Bob Marley, los ritmos afrocaribeños como el guaguancó, la guaracha, la salsa, desde la música del Grupo Madera. La poesía también nos acompañó, Robert Hayden, Derek Walcott, Georgina Herrera, Nancy Morejón; la literatura autobiográfica femenina afrocaribeña de Fabienne Kanor con Humus, la cual posee mucho peso en el hilo dramático de la pieza; “Yo Tituba, Bruja Negra de Salem” de Maryse Condé, y “Amargo y Dulzón” de Michael Ascencio.

Descríbame su elenco. ¿Cuánto tiempo ha durado el montaje?

Actualmente, en este proyecto participamos intérpretes en danza tradicional venezolana, intérpretes de danza contemporánea y percusionistas de ritmos africanos y afrodescendientes. Es un equipo de trabajo que se diversifica en las áreas de formación, dirección escénica, danza, teatro, diseño gráfico, producción, fotografía, comunicación y transmedia. Somos alrededor de 25 personas empujando este proyecto. Este proceso inició en 2019 y estaba pensado para estrenarse en marzo 2022; pero la COVID-19 nos encerró a todos. Así que retomamos ese proceso en abril de este año.

¿Cómo se sostienen? ¿Tienen previsto solicitar algún tipo de financiamiento?

Todo es autofinanciado, basado en el apoyo entre nosotras y nosotros, y basado en las alianzas con agrupaciones amigas e individualidades. Desde el alquiler del espacio para los ensayos, trabajo de campo, hasta los honorarios profesionales de docentes, músicos, fotógrafos, diseñadores, vestuaristas, quienes han aceptado participar sin pago monetario concreto. En este sentido, tenemos habilitado un botón para “donar” en nuestro sitio web https://proyectotramas2018.wixsite.com/meybysoraya/tramadanza de modo que nos permita atender aspectos de la producción, logística y movilidad para poder llegar con éxito al estreno.

Nombrarlas y corporizarlas danzando sus historias
Háblenos de la presentación y el lugar. ¿La entrada tendrá un costo?

La presentación será el jueves 29 de septiembre, a las 5:00 pm en el Centro Cultural Parque Central. Aprovechamos y extendemos nuestro agradecimiento a Marcela Lunar y a Miguel Herrera, del Centro Cultural, ya que sabemos que será un escenario propicio para nuestro trabajo. Se trata de una función foro donde además de ver la pieza, estaremos conversando con maestras de danza y teatro sobre el discurso de la mujer afro en las artes escénicas en el país.

Grandes maestras de la danza y el teatro como Casimira Monasterio, Flor Márquez Ugueto, Gloria Núñez, Betty Mendoza, Carmen Ortiz, Jericó Montilla, Yermi Martínez y Marinera Matos compartirán sus reflexiones y experiencias con nosotros y nosotras. La inversión son 5$ la entrada, pueden comprarla desde ya en las taquillas del teatro, escribiéndonos a nuestras redes sociales: Instagram: @memoriasdanzadas2022, a nuestro correo electrónico memoriasdanzadas@gmail.com o al siguiente chat de WhatsApp: 04169135113.

¿Después de este estreno, qué pasará con Memorias Danzadas?

Memorias Danzadas tiene proyectado un componente pedagógico a desarrollarse en comunidades que deseen estudiar la esclavitud femenina desde el arte como vía de comprensión y de transformación. Memorias Danzadas es parte de la línea de investigación que desarrollo en el IVIC llamada “Imaginarios, discursos y subjetividades entre arte, cultura y poder en poblaciones afrodiaspóricas”. Así que las presentaciones más que el fin, parecen el inicio de un camino heurístico interesante. Además, esperamos seguir profundizando el trabajo, siempre es mejorable.

¿Qué camino quiere seguir recorriendo después de esta presentación?

Mi sueño es poder convertir el espacio de la danza en el escenario de investigación-acción-transformación desde donde parta mi trabajo posdoctoral. La obra de arte posee una poderosa capacidad de enunciar el mundo que rodea y a sus creadores; al asumir el lugar de enunciación y al mismo tiempo las distintas interseccionalidades que constituyen a una persona (raza, género, clase, nacionalidad, religión, estatus migratorio, etc.), podemos comprender los imaginarios que subyacen a una cultura. A mí me interesan las poblaciones afrodiaspórica.

Entonces, yo me pregunto ¿cómo el arte puede ser una vía de reflexión-transformación de los imaginarios que poseemos sobre la diáspora afro? y ¿de qué manera el arte puede contribuir a construir subjetividades políticas que coadyuven a trascender el racismo y el endorracismo en nuestras sociedades? Ese es el camino que quiero recorrer después… El cuerpo y la performatividad constituyen un repertorio de memorias corporales y narrativas subjetivas que vale la pena profundizar más allá de la perspectiva folclorizada que ha predominado, y más bien atender el valor político, fundamentalmente antirracista, que posee.

¿Cuál es la esencia del mensaje que trae la pieza? Tomando en cuenta que en el país no abunda la creación y el arte que visibiliza los momentos/historia de las mujeres africanas traídas a América para ser esclavizadas.

El mensaje es la humanización de africanas y sus descendientes al poder preguntarles quiénes eran, cuáles eran sus motivaciones, deseos, luchas, tristezas, alegrías… En fin, nombrarlas y corporizarlas danzando sus historias.

El estreno del montaje “Memorias Danzadas. Voces Ancestrales de Mujeres Negras” será el jueves 29 de septiembre de 2022, en el Centro Cultural Parque Central (Caracas – Venezuela), a las 5 de la tarde.


Fuente: Revista La Marea

Autora: María Mercedes Cobo Echenagucia

Sin África la cultura cubana no se entiende a sí misma

Con el recuerdo de sus orígenes africanos, de los antepasados que fueron arrancados desde las distintas naciones de ese continente, para ser esclavizados en tierras americanas, en este caso en Cuba, donde fundaron sus familias y contribuyeron a conformar la cultura que hoy nos distingue como pueblo, comenzó el encuentro entre Zuleica Romay, directora del Programa de Estudios sobre Afroamérica; David López Ximeno, poeta, ensayista, investigador y abogado y la poeta Nancy Morejón, Premio Nacional de Literatura, con los integrantes de la delegación estadounidense, coordinada por el artista y activista Andy Shallall, que visitó este martes 12 de julio la Casa de las Américas. 

Durante su intervención Zuleica Romay explicó que, a pesar de las políticas promulgadas a partir de 1959 por el Estado revolucionario para eliminar el racismo y la discriminación racial, para ofrecer igualdad de acceso a bienes y servicios fundamentales como la salud y la educación a todos los sectores sociales del país, pervive entre nosotros el racismo, que se reproduce a expensas del desconocimiento de nuestra historia, la existencia de indeseables desigualdades sociales y de fallas en los procesos de formación de valores; por lo que se impone una reactivación de la crítica para definir dónde las políticas deben ser fortalecidas, en qué casos han de ser mejor precisadas o aplicarse con mayor grado de individualización. 

Destacó que durante más de 400 años sobre los descendientes de africanos se acumularon desventajas históricas, asociadas a las condiciones de existencia, el grado de inserción y avance social, la efectividad de redes de solidaridad y cooperación, etc. Enfrentar una crisis aguda y prolongada, como la que hemos sufrido los cubanos, confiere a la situación de estas personas un alto grado de vulnerabilidad que trasciende la atención brindada por el Estado cubano, manifestó.

Asimismo, resaltó que frente a la situación que presentan en el mundo las personas afrodescendientes, en Cuba existen evidentes ventajas, porque están respaldadas por la voluntad política de un Estado y las realizaciones concretas de un proyecto social que aboga por la erradicación de todo tipo de discriminación.

Apuntó que, aunque el Estado revolucionario tiene un cauce para hacer realidad sus políticas, estas no se pueden desarrollar sin el compromiso y el respaldo de las personas. Desde el primer día la Revolución se propuso conquistar toda la justicia para todas las personas, de ahí que sea imprescindible hacer esta conquista más efectiva, a partir del involucramiento ciudadano en la solución de los problemas.

La investigadora también señaló que desde 2019 el gobierno cubano desarrolla el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial en todos los ámbitos de la vida del país. A ello se suma el trabajo que en este sentido se impulsa lo mismo desde instituciones académicas y proyectos de gobierno, como desde iniciativas ciudadanas, para desde sus fortalezas ayudar al país a avanzar en este tema.

Los descendientes de las personas esclavizadas deben enfrentar siglos de desventajas, pues han contado históricamente con menos recursos económicos y materiales, con menos redes de cooperación. Las políticas de la Revolución, lo que tratan es de disminuir esas diferencias y ayudar a esos grupos, comunidades, poblados con mayor vulnerabilidad, puntualizó.  

Sabemos que el reto es grande, liberarse es como subir una montaña, en la subida te cansas, se agotan tus recursos y se debe hacer un esfuerzo cada vez mayor para avanzar. Creo que estamos a la mitad del camino. Habremos llegado simbólicamente a la cumbre cuando en este país no importe el color de la piel, cuando los colores no tengan nada que ver en las relaciones entre las personas. No estamos luchando para no ver los colores, los colores siempre existirán como expresión de las infinitas mezclas que nos constituyen, sino para que los colores no tengan importancia alguna y las personas puedan desarrollar plenamente sus capacidades, sin desventajas objetivas ni barreras subjetivas, subrayó.

Ante la duda de algunos de los integrantes de la delegación estadounidense sobre el término afrocubano, refirió que este sustantivo nació para designar a los nacidos en Cuba descendientes de africanos, y que con el tiempo se convertiría en un adjetivo para identificar la africanidad en las expresiones culturales cubanas.

Lo cubano es también afrocubano, no tiene que ver con una diferenciación cultural, porque entendemos que sin África la cultura cubana no se entiende a sí misma, afirmó. 

Por su parte, David López Ximeno se refirió a las investigaciones y la obra de intelectuales fundamentales como Fernando Ortiz para entender el origen del racismo en Cuba, así como el aporte de los pueblos africanos y sus descendientes a la cultura nacional.

También comentó sobre el proyecto que se desarrolla para publicar el trabajo de escritores, sociólogos, historiadores, antropólogos, que aportan nuevas luces sobre las raíces africanas en la cultura cubana.

Mencionó, igualmente, a Lidia Cabrera, Natalia Bolívar, Miguel Barnet, Nicolás Guillén, Nancy Morejón, entre otros intelectuales, quienes desde sus obras han destacado la importancia de la cultura de origen africano en Cuba.

La poeta Nancy Morejón antes de leer algunos de los poemas dedicados a George Floyd, recogidos en el libro Madrigal para un príncipe negro, explicó que los versos nacieron de forma natural al saber sobre el abominable crimen y que en el volumen la metáfora central es el río.

De entre los doce poemas que conforman el cuaderno, en su edición bilingüe preparada por el Fondo Editorial Casa de las Américas, Nancy seleccionó LetalBlues para George FloydComo un nidoGeorge Floyd defiende su horizonteUn príncipe negro para George Floyd y Somebody, cuyos versos compartimos por la acogida que tuvo entre los oyentes:   

Eras alguien sin voz / y te escuché cantar una canción desconocida. / Eras alguien sin lengua / y ya eres un poeta. / En esta Tierra nadie había conocido tu nombre, / ni tu historia. / Ya puedes respirar. Ya tu respiras. / Has entrado a la vida, como un monarca en celo, / para revelarnos todos sus secretos… / Y te escucho decir: / «I am somebody», «I am somebody».

Al término del encuentro el artista y activista estadounidense Andy Shallal expresó que es fascinante ver los paralelos entre las culturas cubana y estadounidense, y cómo tenemos tanto que aprender unos de otros.

Fuente: http://laventana.casa.cult.cu/

Exposición Diabladas en resistencia abrió sus puertas en Yare

En el marco de la celebración del día del Corpus Christi, fue inaugurada este lunes la XXXII exposición de artes visuales Diabladas en resistencia, en la Casa Museo Simón Bolívar de Yare en el estado Miranda.

La secretaria de Cultura de la entidad, Gabriela Simoza, indicó que la muestra de estas obras artísticas estará abierta al público durante 15 días consecutivos. «Esta recoge la historia, cultura y tradición del pueblo mirandino y su festividad declarada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)«.

“Esta exposición reúne los trabajos de más de 20 artistas plásticos de todo el estado Miranda, quienes expusieron 52 cuadros y 18 esculturas para el disfrute de todas las personas que decidan visitar la ciudad de Yare”, indicó.

Además, la titular de cultura reconoció el trabajo articulado entre la Gobernación de Miranda y sus distintas secretarías para la rehabilitación integral de 312 viviendas, así como el embellecimiento de murales, fachadas, casco histórico y la plaza Monumento a los Diablos Danzantes de Yare.

Simoza extendió la invitación a toda la población para que conozca esta manifestación popular y religiosa con más de 300 años de tradición.

Fuente: http://www.miranda.gob.ve/

El surgimiento de lo afrodescendiente en América Latina y el Caribe

En este documento se habla acerca de la presencia de afrodescendientes en América Latina y el Caribe y el desconocimiento que usualmente existe en cuanto a la trayectoria histórica de esta diáspora que se inició aproximadamente hace cinco siglos desarrollando dinámicas culturales, sociales, religiosas y políticas, entre otras.

El autor considera que «para entender la diáspora, es necesario comprender que es un proceso que tiene
sus orígenes en el desplazamiento forzado de personas esclavizadas desde África hacia las colonias americanas, el cual continuó en las nuevas circunstancias de vida impuestas por el sistema colonial y llega hasta nuestros días. La relación de la población esclavizada con los lugares a los que llegó, las dinámicas de resistencia y adaptación frente al sistema esclavista, la manera como perviven y se transformaron conocimientos y prácticas de todo tipo (ambientales, musicales, literarios, políticos, gastronómicos, etc.), son algunos de los tantos aspectos que deberían tenerse presentes para comprender la riqueza y complejidad de este proceso.

Ver el texto completo aquí

«Las Llamadas», una tradición uruguaya en la que vive la herencia africana

A sus 86 años, César Pintos recuerda cómo de niño tocaba el tambor con sus amigos en las calles de los barrios de mayoría negra de Montevideo, golpeando latas con ramitas según los ritmos traídos de África por sus antepasados esclavos.

Era la década de 1940, apenas 100 años después de la abolición de la esclavitud en el pequeño país sudamericano, un período de crecimiento explosivo del candombe, un estilo de música afrouruguayo único.

«Lo trajo de la epoca del esclavitud, (lo) trajo el negro», dijo Pintos a la AFP sobre esta música reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural y transmitida en el seno de las familias afrodescendientes. Lo traían «en la cabeza, (porque) no tenían nada», ningún bien, explicó

Ya adulto, Pintos formó su propia «comparsa» de tamborileros y bailarines en su barrio de Cordón, una de las cunas del candombe.

Llamado Sarabanda, el grupo participa hasta el día de hoy en «Las Llamadas», un desfile anual aclamado como una celebración de la herencia africana y el punto culminante del carnaval de Montevideo.

Cada año desde 1956, decenas de comparsas marchan por el centro de la ciudad con las caras pintadas y elaborados disfraces que recuerdan un pasado lejano de un continente extranjero.

En una competencia de dos días a la que asisten miles de personas, tocan el candombe en tambores de madera y piel de animal mientras extravagantes bailarines se pavonean.

De «cosas» a estrellas musicales

Hoy, Las Llamadas son celebradas por todos los grupos raciales. De hecho, muchos de los componentes de las comparsas son blancos. Pero los orígenes del candombe son netamente negros.

Pintos está orgulloso de su herencia, pero como la mayoría de los afrouruguayos, tiene grandes lagunas en su genealogía.

«¿Mi familia? Nos trajeron como cualquier cosa… No tenemos ni idea de qué parte de África».

Montevideo fue un importante puerto de entrada de los esclavos africanos trasladados por los europeos a Sudamérica a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.

A finales de 1700, más de un tercio de la población de la capital eran afrodescendientes, según el sitio web del municipio de la ciudad.

Para generaciones de esclavos y sus descendientes, tocar el tambor y bailar en su tiempo libre era una forma de aferrarse a los lazos con la Madre África, que se estaban debilitando rápidamente.

Cuando se abolió la esclavitud en Uruguay, a mediados del siglo XIX, los afrouruguayos crearon sociedades de ayuda mutua en los barrios negros de Palermo, Sur y Cordón.

En las animadas reuniones de estos grupos, el candombe nació de una embriagadora mezcla de percusión africana.

«Fundamental»

«El tambor es para nosotros fundamental. Es importante porque nos sirve para revindicar un montón de cosas, para hacernos sentir cuando tenemos que reclamar algo y también para disfrutar cuando llega la época de carnaval», dijo a la AFP Alfonso Pintos, hijo de César, de 59 años.

Destacó el papel de las comparsas en promover la oposición uruguaya al apartheid en Sudáfrica y, en el plano local, en la lucha contra la dictadura militar que se impuso en el país entre 1973 y 1985.

Hoy, Las Llamadas son más fiesta que protesta, pero la lucha por la igualdad no ha terminado.

Según el Banco Mundial, Uruguay destaca en América Latina como una sociedad con un bajo nivel de desigualdad, aunque los negros tienen más probabilidades de ser pobres.

El último informe sobre desigualdad del instituto gubernamental de estadísticas INE indicó en 2014 que más de la mitad de los afrodescendientes no tenían satisfechas sus necesidades básicas, en comparación con menos de un tercio de los blancos.

Nueve de cada diez afrouruguayos de 20 a 24 años nunca llegan a cursar estudios terciarios.

¿Fiel a sus raíces?

Poco más de 255.000 personas de los casi 3,5 millones de uruguayos se identificaron como afrodescendientes en el último censo.

Es un número creciente, pero una proporción cada vez menor de la población: alrededor del 8%, en comparación con más de un tercio hace 200 años.

«Uruguay realmente tomó muy en serio la idea de tratar de convertirse en una nación blanca», principalmente fomentando la migración europea, dijo el historiador George Reid Andrews, autor del libro «La negritud en la nación blanca».

Para muchos afrouruguayos, el candombe es una herencia preciada.

Alfonso Pintos, un carpintero de oficio, sucedió al frente de Sarabanda a su padre César, quien todavía hace apariciones especiales con la compañía.

El nieto de César, Pablo, de 34 años, es el coordinador de percusión y su nieta, Micaela, de 29, es la bailarina principal o «vedette» de la comparsa.

Catalina, de siete años, bisnieta de César, ya se prepara para convertirse en la cuarta generación de intérpretes de Sarabanda.

Pero algunos sienten que el candombe ya no es fiel a sus raíces.

Tomás Chirimini es presidente de la asociación cívica Africania y líder de la compañía escénica Conjunto Bantú, que opta por no participar en Las Llamadas o el carnaval.

«El negro (uruguayo) ha perdido un lugar de expresión de su patrimonio, de su cultura original. Un lugar para expresar su herencia», dijo a la AFP Chirimini, de 84 años, sobre lo que percibe como una comercialización progresiva de la cultura afrouruguaya.

De hecho, las cosas están cambiando, dijo a la AFP Fred Parreño, de 34 años, tamborilero de Sarabanda.

Pero «lo que sí es fundamental -remarcó- es el respeto al tambor. Y ser muy consciente de qué estás representando cuando te colgás un tambor. Estás representando a mucha gente que vino antes y que derramó hasta su sangre para que hoy caminemos por la calle», tamborileando. «Tenemos ese lujo».

Fuente: https://www.france24.com/

Resaltan la afrovenezolanidad en la cuna del cimarrón Andresote

Autoridades culturales participaron en encuentro afrocultural en Yaracuy

Autoridades del estado Yaracuy y del Ministerio del Poder Popular para la Cultura participaron en una actividad que resaltó la afrovenezolanidad en la cuna del cimarrón Andresote, quien se resistió al régimen colonial.

El acto realizado en la cancha techada del liceo Abigail Lozanos, en el municipio Veroes, de esa entidad noroccidental del país, contó con una variada programación que incluyó un monólogo sobre el cimarrón Andresote, desarrollado por parte el joven Jonathan Martínez.

Andresote fue un esclavo que adquirió un nivel cultural elevado por parte de su «amo». Aprendió varios idiomas y fue uno de los primeros en revelarse contra el colonialismo en Venezuela y tenía un lema: «A mi enemigo es a quien mejor trato para que no me pueda sorprender».

Durante el encuentro también se recitaron poemas a cargo de la artista Lazqui Almario, reseña el Ministerio del Poder Popular para la Cultura en su portal web.

El ministro Ernesto Villegas felicitó a los organizadores del evento. «Esto tiene que ver con la identidad cultural que se ha hecho por la cual estamos todos acá, un hecho que se ha enmarcado en la Unesco, como recientemente lo hizo con la octava manifestación cultural venezolana como lo es el Ciclo Festivo y Devoción a San Juan Bautista, que fue iniciado como protesta contra el colonialismo y contra el racismo, el racismo existe y muchos lo tienen todavía en la mente, a pesar de que fueron rotas las cadenas de la esclavitud por nuestros ancestros», enfatizó.

También resaltó que «fuimos enseñados a renegar de nuestra propia existencia…sin embargo, nosotros estamos orgullosos de lo que somos integralmente. El culto a San Juan con el sonar de los tambores fue en rechazo hacia los españoles quienes prohibieron expresar su cultura ancestral, el ritmo de los tambores y el quebrar de la cintura servía como manifestación de protesta contra eso».

Los organizadores del evento reconocieron la labor del Ministerio del Poder Popular para la Cultura dirigida por Ernesto Villegas y agradecieron todo el esfuerzo realizado en los últimos tiempos.

Fuente: VTV

Quinamayó, el pueblo del Valle donde la Navidad se celebra en febrero

Esta población afro del sur del Valle, en Colombia, conserva una costumbre que tiene más de 150 años de historia. El Niño Dios es negro, llega en febrero y el pueblo se reúne a celebrarlo. Historia de una tradición que las mujeres mayores sostienen y trasmiten a los más pequeños, a pesar de la presión que ejercen los nuevos géneros musicales.

Mirna ya es una matrona. Ella no lo sabe o tal vez sí lo perciba, pero prefiere hacerse la que no es con ella. Esta mujer tozuda que mira con franqueza tiene una sonrisa de esas que contagian y generan confianza. Ella es la matrona de Quinamayó, un pequeño pueblo del sur del Valle del Cauca que bordea los límites con el norte caucano.

En febrero, en este pueblo de negros y negras (como les gusta que les digan), no se mueve nada sin que Mirna lo decida. Mientras hablamos en el antejardín de su casa, a la entrada de Quinamayó, da órdenes, pide a los músicos agilidad, grita que si ya los niños se alistaron. “Donde están los ángeles, mijo”,  le pregunta a uno de los jóvenes que la acompaña. “Arreglate esa camisa que la tenés por fuera, ve”, le dice a uno de los chiquillos que pasa raudo por su lado. Mirna Rodríguez es la heredera de la tradición. Es la tercera mujer de una generación que se ha encargado de sostener en el tiempo el nacimiento del Niño Dios en febrero, una fiesta tan ancestral como Carmelina y Placeres Rodríguez, madre y abuela de Mirna, quienes le dejaron como legado conservar una tradición que se remonta 150 años atrás.

En medio del sudoroso ajetreo y con el sol quemando la espalda, Mirna hace una pausa y así cuenta por qué en Quinamayó la Navidad llega en febrero: “como estas eran grandes haciendas esclavistas, nuestros ancestros tenían que atender a sus amos en diciembre y no podían organizar sus fiestas. Entonces decidieron hacer sus festejos y cantarle al niño Dios cuando se cumplieran los 45 días de dieta de la Virgen María”.

Esta bella costumbre se ha mantenido a lo largo de un siglo sin mayores variaciones. Quinamayó es un pueblo de trabajadores de la tierra y también de mineros que parece haberse quedado detenido en el tiempo. Sus calles empedradas, los ranchos con solares largos y techos altos son una invitación a la memoria que no se quiere extraviar. Queda a una hora de Cali y a solo 20 kilómetros de Jamundí. Por estas fechas, Quinamayó se transforma en el punto de encuentro más importante de los alrededores. La fiesta se prolonga durante todo el fin de semana y llegan visitantes de Robles, Villa Paz, El Hormiguero, Navarro, San Antonio, Potrerito, y municipios cercanos con alta población afro que no quieren perderse la festividad.

Durante un mes, Mirna y su equipo han preparado a los niños, organizado a los músicos, definieron la madrina y el padrino del Niño Dios, escogieron a los soldados que resguardan al pequeño y ‘vistieron’ la Iglesia del pueblo con las mejores galas y luces de múltiples colores para que se note que estamos en Navidad.  

Mirna evoca que hubo un tiempo (dice que le duele la cabeza de tan solo recordarlo) en que la fiesta se acabó. Durante cinco años la Navidad no se celebró en febrero. Ella sentía que le estaba fallando a sus ancestros y fue cuando retomó la festividad y la organizó, primero en la cancha durante un día, pero la cosa se fue creciendo y las demás comunidades cercanas se unieron y hubo que ampliarla a viernes, sábado y domingo. “Entonces durante una fiesta vimos que la gente quedaba muy triste el último día y dijimos esto hay que llevarlo hasta el lunes para que la gente entierre su calabazo (guayabo)”. Entonces lo que comenzó con un día se prolongó en un interminable parrandón de 96 horas.

Holmes Larrohondo no desampara a Mirna, parece el hijo de ella. Este joven de 25 años es el director cultural de la festividad y la mano derecha de la matrona. Él tiene la misión de que los niños ejecuten armónicamente sus pasos, que las casas estén atildadas, los vestidos en su punto, que los músicos tengan los instrumentos afinados y que los muchachos intérpretes no se extravíen en la fiesta antes de comenzar a tocar.

Con los pies arrastraditos

Justo en ese momento es que comienza la gran fiesta. Pero esta no es la rumba tradicional de reggaeton, salsa y vallenato. Aquí el goce es con jugas, un ritmo ancestral de las comunidades negras del Sur del Valle y Norte del Cauca con el que los negros campesinos hacían las adoraciones al Niño Dios y podían, en tiempos de la esclavitud, liberar su tragedia a través de la música y el baile.

Por eso mientras suena una melodía contagiosa, plena de vientos y tambores, los músicos recogen a la cantaoras mayores para hacer los arrullos y alabaos para el Niño que está por nacer. No son otra cosa que un canto suave, hipnótico con el que se mima, se ama y se bendice la llegada de esa criatura salvadora del mundo.

Después de la improvisada fiesta callejera comienza un desfile que se prolonga por casi dos horas, tiempo en el que las cantaoras llevan el liderazgo.

Previamente, se han identificado las casas de donde saldrán los niños que han sido escogidos como ángeles, soldados, madrinas, María y José y las indias. Esa selección es todo un acontecimiento en el pueblo pues los niños tienen que tener buenas notas, haberse portado bien y, especialmente, saber bailar Juga. El momento cumbre es la llegada a la casa donde se encuentra el Niño Jesús negro. Hay baile, suenan los ‘cuetes’, el cielo se ilumina, los niños hacen sus pasos, los músicos tocan sin cesar y el pueblo está volcado en la casa que se ha escogido para el alumbramiento del Mesías. La comunidad está en éxtasis, pero lo que más sorprende es el absoluto respeto a la actividad. No hay licor, tampoco borrachos y menos palabras salidas de tono. Es una celebración religiosa, pero con la alegría propia de los pueblos afro.
 

De generación en generación
Manuel Sevilla, profesor de la Universidad Javeriana de Cali e investigador de temas sobre el patrimonio cultural y músicas tradicionales, explica esta especial celebración de mejor manera. “Las adoraciones del Niño Dios son manifestaciones culturales muy complejas, en el sentido de que tiene elementos que la componen que están presentes en numerosas regiones del sur del Valle y Norte del cauca, es una práctica cultural propia de comunidades campesinas negras asentadas en estas zonas planas. En su mayoría se formaron en torno a las haciendas esclavistas que después pasaron a ser de la agroindustria”.

“Ese niño quiere que lo arrulle yo Que lo arrulle su madre La que lo parió”. “A ro ro mi niño A ro ro mi Dios Duerme vida mía Duerme gran Señor”, entonan con su voz acompasada las cantaoras. “Los ritos religiosos eran una actividad propia de la Hacienda, el alabar al Niño Dios, a San José y a la Virgen María lo aprendieron las mujeres, allí recrearon las décimas, los romances los cuales dan origen a los cantos de Juga con los que se conmemora el nacimiento del Niño Dios en el norte del Cauca y sur del Valle”, explica el docente e investigador Carlos Alberto Velasco.

Justamente cuando acaban los arrullos se da paso a la Juga, una invitación a mover el cuerpo. Por eso decenas de espontáneos invaden a la calle principal y comienzan a danzar con los pies arrastrados y las manos atrás porque así bailaban los esclavos. “Como tenían cadenas en sus pies no podían expresarse con saltos y por eso el baile es ‘arrastradito’ y las manos atrás es por el respeto que se le tiene a la mujer”, explica Holmes mientras retumban las trompetas, las bombardinas y el clarinete.

En todo caso, no se puede desconocer que desde la religiosidad este evento es de gran importancia, así lo advierte el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, quien es un activo guardián de estas fiestas de adoración al niño Dios negro. El alto prelado explica que mantener estas tradiciones les permite entender a los habitantes de Quinamayó y de los pueblos cercanos: “Jesús es Dios hecho hombre también en los negros porque es negro y nace con los pueblos africanos de donde ellos proceden”, insistió.

Mientras termina su homilía y escucha los alabaos al niño Dios y la Virgen María, el Obispo señala a la población reunida cerca de la tarima principal y afirma elevando la voz que “este es un pueblo que ha sufrido mucho y lo que queremos con estas tradiciones es que el país supere esta situación de rechazo, injusticia y exclusión contra el pueblo afro”.

Después de darle la vuelta al pueblo, la fiesta termina precisamente en la tarima principal, donde un colorido pesebre espera al pequeño Mesías afro. Luego se prende de nuevo la fiesta, pero lo que suena es la Chirimía, las Jugas y los ritmos tradicionales. Lo que más asombra es ver a los más pequeñitos, de apenas dos años, bailando como expertos ese ritmo tan antiguo como los parajes verdes de Quinamayó. “Esto no se puede describir. Yo escucho una Juga y es como si un corrientazo me cogiera todo el cuerpo”, se anima a dar una explicación Arley Rodríguez, el profesor de música del pueblo y quien tiene la misión de transmitir la pasión por este ritmo tradicional a los niños y jóvenes. Reconoce que el reggaeton y el vallenato son fuertes contendores, pero rápidamente él mismo se responde que por eso en la escuela comienzan las enseñanzas para no dejar morir la Juga.

Mientras tanto, la emoción supera a Mirna y advierte a manera de reflexión que si los niños se contagian de la fiesta, la tradición está salvada. Ahora el pueblo tiene un nuevo sueño: convertir las fiestas de adoración al Niño Jesús de Quinamayó en patrimonio cultural de la humanidad. Mirna dice que tal vez ella no vea materializado ese sueño, pero no le importa porque mientras los niños mantengan la fiesta el legado está a salvo.

Fuente: https://semanarural.com

Numerosos aportes de la cultura africana al mundo

El nacimiento del México independiente se dio con la construcción de una identidad mestiza, ocultándose racialmente la presencia de la población proveniente de África. Tuvo que pasar medio siglo para que se reconociera en la Constitución Mexicana que el país tiene una gran riqueza cultural y étnica, entre las cuales se encuentran las raíces española, indígena y africana.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) define a las personas afromexicanas o afrodescendientes como aquellas que provienen del continente africano y llegaron a México durante el periodo colonial. Se consideran así debido a su cultura, costumbres y tradiciones.
 
“Los intercambios entre América y el continente africano son de muy larga data, básicamente de 500 años de duración, e incluyen música, gastronomía y hasta elementos lingüísticos”, afirma el investigador del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (PUEAA) de la UNAM, Marco Antonio Reyes Lugardo.

Un momento definitorio para el reconocimiento de esta población en nuestro país, según el experto, tiene que ver con los primeros años del siglo XXI con la Conferencia de Durban, Sudáfrica, en contra de la discriminación y el racismo.

Sin embargo, antes hubo en México un sinnúmero de iniciativas relacionadas con la identidad afrodescendiente por parte de los pueblos y comunidades indígenas, sobre todo de Guerrero y Oaxaca. “Esto es un parteaguas de toda una serie de movimientos o activismo que van surgiendo hasta el día de hoy”, precisa.

En 2019, prosigue, el Congreso de la Unión aprobó una adición al artículo segundo constitucional para reconocer la existencia de los afromexicanos como parte de la pluriculturalidad de la nación. Y el censo 2020 del INEGI arrojó que dos de cada 100 personas se consideran afrodescendientes, lo que representa el dos por ciento de la población total del país.

Asimismo, poco más de 50 por ciento se concentra en seis entidades: 303 mil 923, viven en Guerrero; 296 mil 264, Estado de México; 215 mil 435, Veracruz; 194 mil 474, Oaxaca; 186 mil 914, Ciudad de México; y 139 mil 676 en Jalisco.

“Durante mucho tiempo el mestizaje fue el orgullo de México, ‘lo mejor de dos mundos’ decía José Vasconcelos; pero la lucha ha estado presente a lo largo de mucho tiempo en función de sociedades y estructuras sociales políticas que racializan a la población. La liberación de los activismos de personas afrodescendientes a nivel latinoamericano es no sólo por un reconocimiento, sino también por un horizonte de lucha mayor para erradicar el racismo”, refiere el especialista en Estudios de Asia y África.

La nación mexicana es pluriétnica, añade, pero el racismo forma parte estructural del sistema económico en el cual se vive. La “pigmentocracia” se da cuando alguien con un determinado tono de piel ocupa una parte de la pirámide social latinoamericana, como la mexicana, formando una sociedad de división social del trabajo, menos pagada y con limitaciones en educación y vivienda.

Al referirse al Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes, que se conmemora el 24 de enero, Reyes Lugardo considera que se corre el riesgo de quedarse como un mero capítulo más de algo que “ya se logró”; no obstante, aún falta por hacer.

Identidad y activismo

La egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Ana Hurtado Pliego, relata: “vengo de una familia con una tradición migratoria. Hace tres años, cuando me adentré en los estudios afros por mi licenciatura, hallé un artículo que decía que el apellido ‘Hurtado’ provenía de los pueblos negros de Guerrero y, a partir de ahí, incursioné en mi propia historia de vida”.

En su proceso de autorreconocimiento, enfrentó retos en el sentido de cómo identificar, visibilizar o nombrar a los afrodescendientes para derribar el estigma y estereotipo que se tiene de aquellos que viven en la Ciudad de México, en el campo o fuera del país.

Algo que se cuestiona, es por qué de pronto todo se centra en querer hablar de racismo o de violencia, “y es que creo que durante mucho tiempo no se había podido nombrar lo que estábamos viviendo. Esto lo veíamos como algo cultural o algo tan normalizado, pero aprendimos que eso tiene un nombre y que varias veces hemos sido relegados de los espacios por el color de piel o el fenotipo”, puntualiza.

La también coordinadora de la Red Nacional de Juventudes Afromexicanas subraya que México, en el discurso, es un país pluricultural, pero en la parte tangible hay desigualdad marcada. Ante esta situación, estima necesario impulsar una lucha por el reconocimiento de la identidad afromexicana que tenga cabida en universidades, organizaciones, incluso en medios de comunicación.

“El activismo afromexicano ha luchado por hablar de representación política, de cómo dignificar una historia en la que todo apunta a un proceso de blanqueamiento y de invisibilización. Pero a la vez nos preocupa la infancia, porque deben existir espacios más amables para evitar seguir reproduciendo la misma historia de racismo y por sentirnos que pertenecemos a una cultura, a una nación”, expresa.

Desarrollo sostenible, diálogo y paz

Al celebrarse la cuadragésima sesión de la Conferencia General de 2019, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura estableció el 24 de enero como el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes.

Esta conmemoración alude a las numerosas culturas del continente africano y de las diásporas africanas en el mundo, promoviendo el desarrollo sostenible, el diálogo y la paz.

De acuerdo con la página electrónica del organismo, este día tiene la finalidad de promover la ratificación e implementación de la Carta para el Renacimiento Cultural de África de 2006, adoptada por los jefes de Estado y Gobierno de la Unión Africana, con el fin de fortalecer el rol de la cultura en la promoción de la paz en el continente.

Fuente: http://www.dgcs.unam.mx